DK4 -52- Conocemos a Dios-Trinidad por sus obras. Fray Nelson Medina.

1 year ago
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Nuestra vida en Dios

Siendo Dios eterna comunicación de Amor es comprensible que ese Amor se desborde fuera de Él en Su obrar.

Todo el actuar de Dios en la historia es obra conjunta de la tres Personas, puesto que se distinguen sólo en el interior de Dios.

No obstante, cada una imprime en las acciones divinas ad extra su característica personal.

Con una imagen, se podría decir que la acción divina es siempre única, como el don que nosotros podríamos recibir de parte de una familia amiga, que es fruto de un sólo acto; pero, para quien conoce a las personas que forman esa familia, es posible reconocer la mano o la intervención de cada una, por la huella personal dejada por ellas en el único regalo.

Este reconocimiento es posible, porque hemos conocido a las Personas divinas en su distinción
personal mediante las misiones, cuando Dios Padre ha enviado juntamente al Hijo y al Espíritu Santo en la historia (cfr. Jn 3, 16-17 y 14, 26), para que se hiciesen presentes entre los hombres: «son, sobre todo, las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo las que manifiestan las propiedades de las personas divinas»

Ellos son como las dos manos del Padre que abrazan a los hombres de todos los tiempos, para llevarlos al seno del Padre.

Si Dios está presente en todos los seres en cuanto principio de lo que existe, con las misiones el
Hijo y el Espíritu se hacen presentes de forma nueva.

La misma Cruz de Cristo manifiesta al hombre de todos los tiempos el eterno Don que Dios hace de Sí mismo, revelando en su muerte la íntima dinámica del Amor que une a las tres Personas.

Esto significa que el sentido último de la realidad, lo que todo hombre desea, lo que ha sido buscado por los filósofos y por las religiones de todos los tiempos es el misterio del Padre que eternamente engendra al Hijo en el Amor que es el Espíritu Santo.

En la Trinidad se encuentra, así, el modelo originario de la familia humana [8] y su vida íntima es la
aspiración verdadera de todo amor humano.

Dios quiere que todos los hombres sean una sola familia, es decir una cosa sola con Él mismo,
siendo hijos en el Hijo.

Cada persona ha sido creado a imagen y semejanza de la Trinidad (cfr. Gn 1, 27) y está hecho para vivir en comunión con los demás hombres y, sobre todo, con el Padre Celestial.

Aquí se encuentra el fundamento último del valor de la vida de cada persona humana, independientemente de sus capacidades o de sus riquezas.

Pero el acceso al Padre se puede encontrar sólo en Cristo, Camino, Verdad y Vida (cfr. Jn 14, 6): mediante la gracia los hombres pueden llegar a ser un solo Cuerpo místico en la comunión de la Iglesia.

A través de la contemplación de la vida de Cristo y a través de los sacramentos, tenemos acceso a la misma vida íntima de Dios.

Por el Bautismo somos insertados en la dinámica de Amor de la Familia de las tres Personas divinas.

Por eso, en la vida cristiana, se trata de descubrir que a partir de la existencia ordinaria, de las múltiples relaciones que establecemos y de nuestra vida familiar, que tuvo su modelo perfecto en la Sagrada Familia de Nazareth podemos llegar a Dios: «Trata a las tres Personas, a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo.

Y para llegar a la Trinidad Beatísima, pasa por María».

De este modo, se puede descubrir el sentido de la historia como camino de la trinidad a la Trinidad, aprendiendo de la “trinidad de la tierra” –Jesús, María y José– a levantar la mirada hacia la Trinidad del Cielo.

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