El doble papado en la historia de la Iglesia /1.ª parte/

10 months ago
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¿Qué sentido tiene reflexionar hoy en día sobre el doble papado en la historia de la Iglesia? El propósito es buscar una solución a la actual situación insoluble. El pseudopapa Francisco Bergoglio ha incurrido en un anatema múltiple, la excomunión, es decir, la expulsión de la Iglesia por destruir todos los fundamentos de la fe que nos dan la Escritura y la tradición. En esta situación extraordinaria es necesario buscar y utilizar medios extraordinarios para evitar que la mayor catástrofe en la historia de la Iglesia alcance su clímax.
En esta primera parte recordaremos los casos de doble papado hasta el siglo XI, es decir, hasta la reforma cluniacense. El doble papado comenzó ya durante la cruel persecución de la Iglesia en el siglo III.
Siglo III
Calixto I (217-222): Muy poco tiempo después de la elección del papa Calixto, Hipólito —quien luchaba contra la herejía de Sabelio, que negaba verdad de la Santísima Trinidad— se hizo elegir obispo de Roma.
Urbano (222-230): Hipólito todavía reinaba como papa rival en este período.
Ponciano (230-235): Hipólito continuó siendo papa incluso bajo Ponciano. Por disputas religiosas, el prefecto desterró tanto a Hipólito como a Ponciano de Roma. Ambos renunciaron al papado.
Cornelio (251-253): Después de la elección de Cornelio, una cierta parte de la comunidad romana eligió al teólogo romano Novaciano como antipapa.
Siglo IV
Liberio (352-366): Liberio fue exiliado a Tracia por el emperador Constantino, quien promovía el arrianismo en ese momento. El archidiácono Félix (355-358) tomó posesión de la cátedra del obispo de Roma. La gran mayoría del clero romano se puso de su lado. Sin embargo, la otra parte de la comunidad romana se mostró reacia a reconocerlo. Tras el regreso de Liberio, Félix fue desterrado.
Dámaso I (366-384): Una parte del clero romano votó por el diácono Ursino y otra parte por el diácono Dámaso. El emperador Valentiniano (364-370) apoyó y promovió a Dámaso.
Siglo V
Bonifacio I (418-422): Un grupo de diáconos eligió a Eulalio, que había sido recomendado por el anterior papa Zósimo. Otra parte votó por Bonifacio, un hombre de letras. El emperador Honorio (395-423) favoreció al principio a Eulalio, pero en el 419 lo expulsó de Roma y reconoció a Bonifacio como papa legítimo.
Siglo VI
Símaco (498-514): Después de la muerte del papa Anastasio II, a quien muchos han catalogado en la historia de la Iglesia como hereje, se produjo una desafortunada elección doble, similar a los tiempos de Dámaso y Bonifacio I. Una facción eligió al diácono Símaco de Cerdeña. Los seguidores de Anastasio votaron a favor del archipresbítero Lorenzo. A Símaco se le consagró en la Basílica de Letrán, a Lorenzo en la Basílica de Santa María la Mayor. Ambas partes recurrieron a Teodorico, el rey arriano de los godos, quien reconoció a Símaco como el papa legítimo. Fue entonces cuando se promulgó el primer decreto sobre la elección del papa. En él, al papa en ejercicio se le concedía el derecho de designación, es decir, de nombrar a su sucesor. La intención del decreto era evitar la interferencia de la comunidad cristiana en la elección papal.
Siglo VII
Conón (686-687): Después del fallecimiento del papa Conón, no se logró zanjar las disputas internas entre los fieles en Roma. En 687, por un tiempo, un partido eligió a Teodoro y el otro a Pascual. Ese mismo año se eligió a Sergio I y tanto Teodoro como Pascual se vieron obligados a renunciar.
Siglo VIII
Esteban III (768-772): Habiendo fallecido el papa Pablo I, se produjo un golpe de Estado en Roma. Toto, duque de Nepi, miembro de la nobleza militar, hizo proclamar papa a su hermano Constantino, pero se mantuvo solo un año. En 768, los lombardos conquistaron Roma y colocaron por la fuerza al monje Felipe en el trono papal. Sin embargo, el partido antifranco eligió ese mismo año a Esteban III, ante quien el papa «lombardo» Felipe tuvo que ceder. El bando ganador, con Esteban III, se vengó cruelmente de Constantino. En el 769, Esteban convocó un sínodo que estableció un nuevo sistema de elección papal que restringía el sufragio, activo o pasivo, al clero romano.
Siglo IX
Benedicto III (855-858): Tras la muerte de León IV, se llevó a cabo nuevamente la elección simultánea de dos papas. Un grupo optó por Benedicto III, el otro eligió al sacerdote Anastasio. Este último movió los hilos con los enviados imperiales y consiguió deponer a Benedicto. Sin embargo, el pueblo y el clero lo defendieron. Benedicto fue liberado y restituido en su cargo.
Juan IX (898-900): La disputa entre los adversarios de Formoso y sus partidarios se prolongó durante años, incluso después de su muerte. En el 897, los opositores lograron proclamar papa al obispo Sergio de Caere. Sin embargo, los «formosianos» expulsaron por la fuerza al papa recién elegido con la ayuda de Lamberto de Spoleto. En el 898, nombraron papa al abad Juan de Tívoli (Juan IX).
Siglo X
León V (903): León V fue derrocado y encarcelado tras un pontificado de dos meses. Cristóbal fue elegido papa. Cuando Sergio de Caere regresó a Roma, depuso a Cristóbal.
Sergio III (904-911): El obispo Sergio de Caere, asistido por los «antiformosianos», había conseguido ascender al trono papal de forma aventurera ya en el año 897. Sin embargo, los aliados de Formoso expulsaron a Sergio III y eligieron en su lugar a Juan IX (898-900). Sergio regresó entonces con una escolta armada y se hizo con el poder. Acabó rápidamente con sus predecesores, León V y Cristóbal; hizo asesinar a ambos violentamente.
A principios del 904, Sergio III, con la ayuda del patricio romano Teofilacto, subió de nuevo al trono papal.
Benedicto VI (973-974): Cuando murió Juan XIII, los romanos eligieron al papa Benedicto VI. Los Crescenzi derrocaron a Benedicto y entronizaron a Bonifacio VII. Éste, en poco tiempo, huyó a Constantinopla.
Benedicto VII (974-983): Los romanos eligieron a Benedicto VII. Una vez muerto Benedicto VII, Bonifacio VII regresó de Constantinopla y encarceló al nuevo papa legítimo Juan XIV (983-984) que no tardó en morir a consecuencia del cautiverio.
Bonifacio VII (984-985): Al cabo de un año lo derrocaron y asesinaron. Su cadáver fue arrastrado por las calles de Roma.
Gregorio V (996-999): Después de la muerte de Juan XV (985-996), el emperador Otón III, para sorpresa general, elevó a su pariente Bruno (Gregorio V), quien contaba con veinticuatro años de edad, al papado en Rávena. Fue el primer papa alemán. Apenas el emperador abandonó Roma, Gregorio fue desterrado y en el 997 Juan Filagato, que tomó el nombre de Juan XVI, fue elegido antipapa. El emperador Otón regresó (en el 998), restauró a Gregorio V y se desquitó cruelmente con sus adversarios.
Siglo XI
Benedicto VIII (1012-1024): Los Tusculanos lograron hacerse con el poder en Roma. Proclamaron papa a Teofilacto de su familia con el nombre de Benedicto VIII. No obstante, los Crescenzi nombraron al papa Gregorio VI. Ambos papas recurrieron al rey Enrique II, quien, sin embargo, se decantó por Benedicto.
Benedicto X (1058-1059): Habiendo fallecido Esteban IX (1057-1058), los condes de Túsculo en Florencia promovieron al papado de manera forzosa a un miembro de su familia, el obispo Juan. Asumió el nombre de Benedicto X. Sin embargo, los círculos reformistas se mostraron reacios a reconocer esta elección. Impulsaron la elección de Nicolás II en el Sínodo de Sutri en el 1059 y declararon nula y sin efecto la elección de Benedicto. Benedicto se vio obligado a abandonar Roma.
Alejandro II (1061-1073): Elegido Alejandro II, la corte alemana impuso a un candidato rival, Cadalo, obispo de Parma, a quien proclamaron papa bajo el nombre de Honorio II. Gracias a una hábil diplomacia, Alejandro II logró obligar a Honorio a renunciar.
Gregorio VII (1073-1085): El emperador Enrique IV explotó a 28 obispos en el sínodo de Bresanona para elegir al antipapa Guiberto de Rávena, quien adoptó el nombre de Clemente III. En el 1083, Enrique y Clemente consiguieron entrar en la Ciudad Eterna. El papa Gregorio VII se refugió en el Castillo de Sant’Angelo.
Víctor III (1086-1087): Mientras tanto, Clemente III actuaba como papa. No fue hasta un año después de la muerte de Gregorio que el partido reformista elevó a Víctor III al papado. Pero su pontificado estuvo plagado de disputas con Clemente III.
Urbano II (1088-1099): Solo medio año después de haber muerto Víctor, se eligió a Urbano II en Terracina. Dado que Clemente III controlaba la mayor parte de la ciudad de Roma, Urbano tuvo que residir en una isla en medio del Tíber. En el 1090 logró conquistar toda la ciudad y se proclamó papa. Sin embargo, la presión del emperador fue tan fuerte que tuvo que retirarse temporalmente a las regiones normandas. En el 1093 entró de nuevo en Roma. Convocó un concilio en Piacenza en el 1095, donde anatematizó a Clemente III y declaró inválidas las consagraciones episcopales realizadas por él.

Resumen: Cada caso de doble papado requeriría una explicación más detallada. Pero solamente queremos recordar que este fenómeno se ha repetido en la historia de la Iglesia. Hoy en día, la institución del papado y el Vaticano, gracias a Francisco y su clan, ha caído, en efecto, totalmente en manos de los masones. Buscan no solo destruir la fe viva, sino ante todo abusar de la autoridad papal para conseguir la apostasía masiva y la transformación de la Iglesia en una anti-Iglesia satánica de la Nueva Era. Hablar hoy de infalibilidad papal es un sinsentido. El antipapa Francisco promueve la sodomía y el culto a los demonios mediante la entronización de la Pachamama y la entrega a Satanás bajo la guía de un hechicero en Canadá. La mayor tragedia es que los obispos, los sacerdotes y los fieles no ven ni quieren ver esta realidad.
En la segunda parte señalaremos la solución, es decir, la necesaria reforma espiritual del sacerdocio.

+ Elías
Patriarca del Patriarcado católico bizantino

+ Metodio OSBMr + Timoteo OSBMr
obispos secretarios

28 de agosto de 2023

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