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La esencia de la pseudoreligión de la Nueva Era no es el ateísmo, sino el renacimiento del paganismo, que rechaza al Dios verdadero y al único Salvador, Jesucristo. El neopaganismo contemporáneo está vinculado al esoterismo, que mezcla varias pseudoespiritualidades paganas con el cristianismo. A este sincretismo le había abierto la puerta ya el Concilio Vaticano II, especialmente con la declaración Nostra aetate. El pseudopapa Francisco entronizó al demonio Pachamama en el Vaticano y se entregó a los demonios y a Satanás en Canadá. Con este espíritu, está impulsando el camino sinodal, que ha de culminar este otoño. Al promocionar LGTBQ, Francisco está en rebelión abierta contra Dios y contra la naturaleza misma del cristianismo.
A través de la satanización gradual, las personas se convierten en médiums de los demonios, incapaces de aceptar la verdad y la salvación. Se trata de una alteración sistemática de la naturaleza humana por medio de insensibilizar progresivamente la conciencia y la razón. El sentido de distinguir el bien del mal, la verdad de la mentira se está desvaneciendo. Esto también forma parte de la ideología del budismo pagano, que afirma que la criatura más fea es la mujer. El odio a la mujer es causado por su misión como portadora de vida, lo que es contrario al objetivo del budismo, que es la autodestrucción. Por lo tanto, según el budismo, la mujer no puede salvarse hasta que se «transforme» en hombre. Las tonterías de género son propagadas no solo por el budismo, sino igualmente por la gnosis, relacionada con el esoterismo.
La gnosis tiene como base un falso culto religioso. A través de varias etapas de consagración, es decir, iniciación, abre el alma humana y la somete secretamente a Satanás. Promete al hombre habilidades extraordinarias, pero en realidad lo convierte en un médium de seres espirituales que el cristianismo identifica como demonios y a la persona en cuestión la califica como poseída. Este camino se enlaza con varias formas del ocultismo, es decir, con la liberación y manifestación de este poder espiritual, la llamada energía. Todo está envuelto en una terminología filosófica, incluso científica, con un lenguaje espiritual y hasta místico, mediante el cual se engaña a muchas almas buscadoras y sinceras.
Los seguidores del gnosticismo promueven la opinión de que dividir a las personas en hombres y mujeres es algo malvado, y dicen que es obra de un demiurgo maligno. A Lucifer le llaman «el buen demiurgo», es decir, dios. Según ellos, él no reconoce esta realidad humana natural. ¿Estáis preguntando por qué? Porque los demonios no tienen género. Por lo tanto, el caos LGTBQ actual es la base para la satanización de la humanidad. Se construye sobre mentiras. No hay células homosexuales, ni células mitad masculinas y mitad femeninas. La ciencia dice claramente que el sexo de una persona está determinado biológicamente. Una persona con cromosomas XX es mujer, mientras que una persona que posee un cromosoma X y un cromosoma Y es hombre. Desde tiempos inmemoriales, todos sabían que un hombre es un hombre y una mujer es una mujer, y ni siquiera necesitaban el conocimiento científico de los cromosomas. Los gnósticos tienen un falso ideal del hombre, el llamado andrógino. La etimología de la palabra andrógino proviene de dos palabras griegas: ανήρ (anér) es «hombre» y γυνή (gyné) – «mujer». Entonces es una especie de hermafrodita. El hombre se rebaja así aproximadamente al nivel de las lombrices de tierra.
Al imponer la ideología LGTBQ, el pseudopapa promueve el satanismo, que rechaza la realidad de la singularidad de la naturaleza humana que existe exclusivamente como hombre o mujer. Es por eso por lo que se halla en rebelión pública contra Dios Creador. Si las condiciones fundamentales para la existencia de la humanidad —para la transmisión de la vida— se eliminan artificialmente, hay un objetivo claro detrás de esto, a saber, la autodestrucción. El mismo objetivo, disfrazado de la consecución de la llamada inmortalidad, lo persigue el llamado transhumanismo. Este último lo impulsa no solo el Nuevo Orden Mundial, sino también el Vaticano apóstata de Bergoglio.
La enfermiza ideología transhumanista lleva a la pérdida del juicio y de la razón así como a la pérdida de la percepción de la realidad. Aumenta deliberadamente el nivel de engaño y presenta al público las mentiras cada vez más burdas como si fueran la realidad. Detrás de todo este sistema basado en mentiras está el espíritu de mentira y muerte: Satanás. Cualquiera que se deje meter en este sistema engañoso de pensamiento recibe el espíritu de la mentira y está perdido. Va por el camino de la condenación eterna.
Los obispos que niegan que Dios creara al hombre y a la mujer y afirman que Dios creó a los homosexuales, transexuales, queer, etc., se oponen al orden de la creación y están en rebelión contra Dios Creador. Predican un antievangelio satánico, por lo que atraen sobre sí mismos el anatema de Dios, es decir, la exclusión y la maldición.
A consecuencia del pecado original, la naturaleza humana quedó corrompida, deformada. Las patologías se han manifestado especialmente en forma de perversiones sexuales, que abren a la persona a las fuerzas demoníacas. Por lo tanto, cuando Jesús echaba fuera demonios inmundos, las personas afectadas eran al mismo tiempo sanadas de mutismo, sordera y otras enfermedades.
Señalemos que, por ejemplo, la orientación sexual de tipo «Q» está relacionada con asesinatos sexuales. Cierto hombre de orientación «Q» en Ucrania cortó la garganta a más de 50 mujeres. Este espíritu asesino y a la vez impuro conduce al suicidio moral y físico de la humanidad. Y este crimen contra la humanidad es coadyuvado por la autoridad papal utilizada de manera abusiva. El pseudopapa Francisco y su camino sinodal quieren convertir a todos los obispos en anfitriones del colectivo LGTBQ.
La conversión de obispos en obispos acogedores para con las personas LGTBQ, que Bergoglio exige incondicionalmente, es traicionar a Cristo y vender el alma a Satanás. A continuación, tal alma quedará poseída por demonios inmundos. A través de estos obispos acogedores, los demonios se burlarán con descaro y cinismo del Salvador crucificado. De este modo, los obispos aceptarán prácticamente la homosexualidad como norma y afianzarán a tales personas en el pecado y, por tanto, también en el camino al infierno. El camino sinodal es el camino de desechar las leyes de Dios y boicotear el verdadero arrepentimiento, sin el cual nadie será salvo. Con su acogimiento, compasión y delicadeza, estos obispos cometen la mayor crueldad contra las almas extraviadas y engañadas. No les permiten ser salvados por Cristo.
El camino sinodal conduce a la culminación del transhumanismo eclesiástico bergogliano. Implica satanización y despoblación, a saber, el programa del Nuevo Orden Mundial (NOM), que venera al Gran Arquitecto del Universo. Sin embargo, este no es Dios, sino Satanás.
La anti-Iglesia apóstata de Bergoglio pretende transformarse en la sinagoga de Satanás. Es un proceso oculto enmascarado por un engaño constante mediante el uso de las frases positivas y piadosas. ¿Cómo es posible que ya se haya llevado a cabo una satanización oculta en los cinco continentes bajo la apariencia de asambleas continentales? ¿Cómo es posible que los obispos aceptaran este crimen y suicidio? ¿¡Por qué no defendieron a Cristo y Sus enseñanzas y no advirtieron a las almas encomendadas a su cuidado!? ¡Porque cayeron en la herejía de así llamada papolatría! ¡El mayor adversario de Dios actúa en calidad del vicario de Cristo, destruye públicamente todas las leyes de Dios y los mandamientos de Dios, y todavía lo veneran como el representante de Dios en la tierra y el sucesor del apóstol Pedro!
Católicos sinceros preguntan: ¿Es Bergoglio un papa verdadero o falso? Si alguien dice que es un verdadero papa, está negando los fundamentos mismos del cristianismo. Así que ya no es cristiano. Se ha excluido junto con Bergoglio de la Iglesia de Cristo.
¡Que cada obispo católico tome como ejemplo al ex nuncio estadounidense, Carlo Maria Viganò! ¡Que, siguiendo su ejemplo, llame al usurpador del papado a renunciar y que no se someta más a él! La falsa obediencia de hoy es un suicidio espiritual.
¡Los obispos como colegio son responsables de la Iglesia! Si no hacen uso de su autoridad apostólica, colaboran en el autogenocidio de la Iglesia por su pasividad, es decir, cobardía. Una vez más, que todo obispo se dé cuenta de que los cobardes serán los primeros en ser lanzados al lago de fuego (Ap 21, 8). En particular, se tratará de los obispos que no se opusieron al usurpador del papado y su camino sinodal LGTBQ. De esta manera, negaron públicamente a Jesucristo y lo traicionaron como el apóstol Judas.