Obispos eméritos checos rechazan el camino sinodal y la asamblea en Praga debido al peligro de la autodestrucción de la Iglesia

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Queridos obispos eméritos checos, cardenal Jaroslav Dominik, obispo František, obispo Karel, obispo Josef, obispo Vojtěch:
Nos conocemos desde que estábamos en el seminario de Litoměřice. Allí nos habían enseñado dogmática y moral católicas ortodoxas. Durante vuestro servicio como sacerdotes y obispos, ninguno de vosotros ha estado predicando errores contrarios a la enseñanza de la Sagrada Escritura y la Tradición.
Del 5 al 12 de febrero de 2023, el presidente de la Conferencia Episcopal Checa (CECh), Jan Graubner, organizó en Praga la llamada asamblea continental del camino sinodal. Trató de codificar su contenido con frases sobre los que están en los márgenes (es decir, personas LGBTQ), y los de adentro (creyentes). El camino sinodal promueve paulatinamente la legalización de las inmoralidades y delitos LGBTQ en la Iglesia. El discurso del papa apóstata Francisco del 24 de enero de 2023, para los medios de comunicación mundiales, reveló que los obispos deben pasar por la llamada conversión. En otras palabras, deben traicionar la doctrina tradicional y salvífica de la Iglesia y convertirse en anfitriones del colectivo LGBTQ.
En la reunión de Praga, concelebraba en las misas y soltó un discurso el obispo Bätzing, promotor del camino LGBTQ sinodal alemán. El cardenal Müller, ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, denunció inequívocamente su camino apóstata, así como su discurso en Praga. Por otro lado, el presidente de la CECh, principal organizador y anfitrión, no solo no rechazó la participación de Bätzing en Praga, sino que al identificarse con él demostró que promueve el mismo espíritu y persigue el mismo programa.
J. Graubner, por sus extraordinarios esfuerzos para promocionar este camino suicida de la Iglesia, ha traído sobre sí mismo el más severo castigo eclesiástico y divino: anatema según Ga 1, 8-9, es decir, excomunión de la Iglesia. El hecho de que no respete el castigo no cambia las cosas. Sin embargo, es necesario que vosotros, obispos checos, junto con los sacerdotes y creyentes, respetéis la realidad ayudándole así a comenzar a hacer penitencia y alcanzar la salvación.
El mismo programa suicida es impulsado especialmente por el papa inválido Francisco Bergoglio. Hoy, por tanto, debe quedar claro para todos que él no es un papa legítimo. Detenta el cargo papal y abusa del papado al pisotear los mandamientos y leyes divinos y eclesiásticos.
Los católicos de Chequia y Moravia esperan una declaración inequívoca, en consonancia con la Sagrada Escritura y la Tradición, en relación con la legalización eclesiástica de LGBTQ.
Sabemos por la historia que el arzobispo San Eustacio presidía el Concilio de Nicea (325). Fue uno de los primeros en contrarrestar las herejías de Arrio. En sus predicaciones clamaba: «Todo el mal que sobrevino a la Iglesia a causa de Arrio no es solo culpa de Arrio y de sus seguidores. Dios lo permitió sobre todo porque los cristianos se volvieron indiferentes y tibios».
Dios permitió que la Iglesia llegara a encontrarse en el estado actual, porque los cristianos se han vuelto indiferentes y tibios. Y, además, también porque los obispos checos guardan silencio con respecto a la llamada asamblea continental en Praga, que promueve ocultamente la legalización de la inmoralidad grave de LGBTQ. Todo obispo checo está obligado a denunciar radicalmente este camino suicida de la Iglesia, al que se le llama «sinodal». Deben distanciarse públicamente de él y, en la autoridad episcopal, advertir al pueblo de Dios contra este suicidio espiritual.
Cuando en 1917 estalló en Rusia la revolución que imponía el ateísmo, un grupo de revolucionarios fanáticos invadió un monasterio y sacaron a todos los monjes afuera. Les dieron un ultimátum: o renunciaban a su fe cristiana o morirían. Estos monjes, al igual que los obispos checos, no eran malos, eran simplemente tibios. En este momento decisivo, cuando tenían que responder, el superior dio un paso al frente y se dirigió a los monjes: «Bueno, hermanos, ¿a qué estamos esperando? Hemos estado viviendo aquí como los cerdos, al menos moriremos como cristianos». El mismo día, todos dieron su vida como mártires por Cristo.
Queridos obispos, ¿alguno de vosotros sería capaz de reaccionar de una manera tan varonil y autocrítica? Si no es así, ¿alguno de vosotros puede afirmar que va contra la corriente del mundo con fervor y defiende siempre las leyes de Dios aun a costa de ser perseguido? ¿Puede decir que no tiene miedo de ser difamado por los principales medios de comunicación o la secta bergogliana, que legaliza la inmoralidad? ¿Quién de vosotros puede seguir el ejemplo del ex nuncio en EE. UU., C. M. Viganò, y decir que teme a Dios, tiene presente el Juicio Final, y, por lo tanto, se opone al abuso de la autoridad eclesiástica, a las herejías y la inmoralidad en la Iglesia? ¿Quién de vosotros tiene tanto valor como el ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal G. Müller, quien condenó firmemente el camino sinodal alemán así como la asamblea sinodal en Praga?
Cada uno de vosotros tiene la responsabilidad de la Iglesia y de la nación checa. Si sois capaces de autorreflexión y como los monjes antes mencionados os dais cuenta de que vivéis una vida cómoda y sin conflictos, al menos ahora dejaos provocar por la conspiración de Praga para que un día moráis como cristianos y no como traidores a Cristo. ¿Qué dice Jesús sobre los pastores tibios de la Iglesia? «Te vomitaré de mi boca» (Ap 3, 16). Hoy tenéis el deber de defender a Cristo y las leyes de Dios oponiéndose a la legalización eclesiástica de las inmoralidades LGBTQ. Vosotros, no obstante, seguís creando unión con el presidente de la CECh, Graubner, en fomentar la legalización de LGBTQ encubierta. Por lo tanto, estáis en rebelión contra Dios y atraéis la maldición sobre vosotros mismos, la Iglesia y la nación.
Dios habla a los pastores espirituales, y ahora a vosotros, obispos, a través del profeta Ezequiel: «Hijo de hombre, te he puesto por centinela de la casa de Israel... Cuando yo diga al impío: “Ciertamente morirás”, si no le adviertes, si no hablas para advertir al impío de su mal camino a fin de que viva, ese impío morirá por su iniquidad, pero yo demandaré su sangre de tu mano» (Ez 3, 17-18).
Queridos hermanos en Cristo, obispos eméritos, ¡ahora tenéis que hacer oír vuestras voces! No tenéis nada que temer, salvo a Dios. No os puede servir de excusa que vayáis a salvar algo con diplomacia o silencio. Esto es autoengaño y una mentira burda. Ahora estáis obligados a defender las verdades de la fe y la moral contra la corriente suicida promovida por el inválido papa Francisco, es decir, su camino sinodal LGBTQ. Ya sabéis que este camino suicida se confirmó en Praga, contrariamente a las verdades básicas de la fe y la moral. El nuevo antievangelio sodomítico se ha convertido en un precedente para toda la Iglesia.
¡Esto es un crimen! ¡No seáis perros mudos; abrid vuestras bocas y llamad pecado a la inmoralidad y herejía a la herejía! ¡Llamad al veneno espiritual «veneno»! ¡No os quedéis callados! Pronto compareceréis ante el tribunal de Dios; no os juguéis la salvación de vuestras almas. Vosotros, obispos eméritos, ya no podéis ser depuestos por un papa inválido, ni por el anatematizado presidente de la CECh, Graubner. ¿Queréis tener un funeral ceremonial por permanecer en unión con el papa inválido y con el propagandista LGBTQ J. Graubner? Pero, ¿dónde se encontrará vuestra alma después de un entierro tan solemne? ¿En el cielo o en el infierno? ¡Despertad a la luz de Dios! De lo contrario, las generaciones futuras grabarán con verdad en vuestra lápida:
«Aquí yace un obispo que traicionó a Cristo y al Evangelio con la esperanza de que la secta de Bergoglio le diera un funeral solemne».
¿O habrá una inscripción diferente?
«Aquí yace un obispo que defendió valientemente a Cristo y el Evangelio y, aunque fue expulsado de la secta de Bergoglio, fue recibido en la gloria de Dios. Q.E.P.D.».

Queridos hermanos en Cristo y antiguos conseminaristas:
En cuanto a Jan Graubner, lo conocemos desde hace más de 50 años. Pero después del aquelarre de Praga, vosotros y yo ya sabemos claramente quién es Jan Graubner. También sabemos quién está detrás de él y cuál es su objetivo.
Implacablemente, como un dictador sin conciencia, presiona por la legalización de las perversiones LGBTQ en la Iglesia. Este es el programa del camino sinodal. Pero vosotros, por el bien de vuestra propia salvación y la salvación de la Iglesia en la República Checa, estáis obligados ante Dios a oponeros radicalmente a él, así como al programa del llamado camino sinodal.

Borrador de la carta pastoral:
Queridos sacerdotes y fieles de Chequia y Moravia:
Nosotros, los obispos eméritos, nos dirigimos a ustedes después del trágico evento en Praga del 5 al 12 de febrero de 2023. El evento provocó una gran indignación no solo entre los verdaderos católicos de la República Checa, sino en toda Europa y el mundo católico. Se trataba de la promoción de un programa suicida llamado camino sinodal, que niega la doctrina salvífica de la Iglesia. El propósito subyacente, del que solo hablan públicamente el inválido papa Francisco y algunos de sus seguidores más cercanos, es hacer avanzar la legalización de la inmoralidad LGBTQ en la Iglesia. La Iglesia, como columna de la verdad, está obligada a llamar herejía a la herejía y pecado a la inmoralidad. Por lo tanto, nosotros como obispos, condenamos públicamente el camino sinodal, alentados por las claras palabras del cardenal Müller, quien habla en relación con él sobre el suicidio de la Iglesia. Hacemos un llamamiento a todos los católicos ortodoxos, a los que se preocupan por la salvación de sus almas inmortales, a apartarse radicalmente del camino sinodal autogenocida. Que todos permanezcan en el camino de la salvación que nuestro Salvador Jesucristo mismo nos ha trazado. Él es el Camino, y no hay otro que conduzca a la salvación (Hch 4, 12).
En Cristo,
Cardenal Dominik Duka (80)
Obispo Karel Herbst (80)
Obispo František Radkovský (84)
Obispo Josef Hrdlička (81)
Obispo Vojtěch Cikrle (77)

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