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Esta coronilla, es muy sencilla de rezar y trae muchos beneficios tanto para quien la hace, como para el mundo entero. La invitación es a habituarse en rezarla diariamente. Jesús, en Ti confío...

Los misterios de dolor, nos muestran un camino difícil, que transitó Jesús, que terminó en una muerte ignominiosa, que nadie merece y mucho menos, el Santo de los Santos; y es Él, quien nos dice: "El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y me siga"(Mt. 16,24) Renunciar a sí mismo es un verdadero camino al calvario, con el que podemos acompañar a Jesús, cargando la cruz de nuestra apetencias desordenadas y esforzándonos en crucificar al "hombre viejo" y llenos de esperanza, en que con la gracia de Dios, lograremos también la conversión, para así resucitar a una nueva vida llena del amor de Dios, un amor que te hace capaz de "dar la vida por los amigos"...

El Santo Rosario, es una dulce cadena de oración, muy necesaria para luchar, en el día a día de nuestra vida y es poderosa arma, contra el mortal enemigo del alma, el diablo. La Virgen María, es la encargada de pisar la cabeza de la serpiente; nosotros, somos ese talón con el que pisa al enemigo y la serpiente intenta morder el talón. Esa mordedura pueden ser tentaciones, pruebas, situaciones difíciles y el Santo Rosario, de verdad es milagroso, para la conversión personal y protección familiar. Se han ganado batallas históricas (Batalla de Lepanto) Hemos querido hacer este Rosario en forma pausada, para dejar espacio a la meditación de cada misterio, para que pueda vivirse realmente cada Padrenuestro y cada Avemaría, con más devoción. Es recomendable hacerlo a diario porque todos los días, necesitamos de Dios, y la Virgencita María, es la ayuda idónea y la encargada de llevarnos a Jesús que es, "El Camino, La Verdad y La Vida."

No estaba completa, la "Obra del Rosario", sin la meditación de la vida pública de Jesús. Los de Gozo nos llevan a la esperanza del cumplimiento de una promesa. Los misterios de dolor, nos muestran un camino difícil, que transitó Jesús, que terminó en una muerte ignominiosa, que nadie merece y mucho menos, el Santo de los Santos; y es Él, quien nos dice: "El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y me siga"(Mt. 16,24) Pero, ¿Cómo hacerlo nosotros? El ejemplo lo encontramos en esta vida pública. En ella Jesús resalta el Sacramento del Bautismo, que implica nuestra inserción en Cristo y la asunción de nuestro compromiso inherentes a ser como Iglesia, el cuerpo místico de Cristo, donde Jesús es la cabeza. Nos regala en las Bodas de Caná, su primer milagro, que nos lleva a un Jesús que puede transformar nuestra vida, como trasformó el agua en vino. Y si eso fuera poco, su autorrevelación viene acompañada con la revelación de nuestra Madre la Virgen María, como esa Madre protectora que siempre este pendiente de sus hijos amados e intercede por ellos, para que al final, en la boda de nuestras almas con el Cordero, no falte nunca nada. Nos llama constantemente a la conversión, por el Evangelio, hacerlo vida. Nos llena de esperanza con la transfiguración, recordándonos que existe la vida eterna y ... Finalmente, se queda con nosotros en el Pan vivo, bajado del cielo, en la Institución de la Eucaristía. Les invitamos pues, a rezar diariamente el Rosario, para recibir las promesa y gracias de nuestro Señor Jesucristo y fortaleza para poder seguirle y mantener nuestra esperanza, en este "valle de Lágrimas"

El Santo Rosario, es una dulce cadena de oración, muy necesaria para luchar, en el día a día de nuestra vida y es poderosa arma, contra el mortal enemigo del alma, el diablo, quien nos ataca de distintas formas, pero que su arma preferida para atacarnos: la desesperanza. Este Rosario, nos invita a renacer en nuestro corazón la esperanza; a confiar en María como esa intercesora amorosa, que es tan amada por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que no puede la Trinidad Santa resistir su súplica. La vida de Jesús, muchos esperaban que terminara en la cruz. Pero no fue así; resucitó al tercer día, y esta es la razón de nuestra fe. Como dice San Pablo si no creemos en la resurrección de Jesús, nuestra fe es en vano. Toda prueba podemos identificarla con la cruz. Y toda superación de prueba es una resurrección. Por eso, la vida del cristiano no se concibe sin cruz, y mucho menos, sin resurrección. Vencer una tentación, en contra de nuestra inclinación natural, sería olvidarse de sí mismo para defender una virtud que consideramos necesaria para estar cerca de Dios, en su camino de verdad y vida. Y superar esos breves pero a la vez eternos momentos de tentación, cuando finalmente la buena voluntad prevalece, es cuando nos sentimos resucitados. Y en este transitar, como iglesia peregrina que somos, en el atardecer de nuestra vida, en nuestra última hora, no será en vano tampoco tantas batallas ganadas, para vencer la muerte junto a Jesús y con la intercesión de nuestra Madre la Reina del Cielo y de la tierra. Que la oración del Santo Rosario sea de provecho para tu vida, aumentando tu confianza, abandono, entrega y agradecimiento a Dios Padre, que te ama desde siempre y por siempre.