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EN EL CENTRO... LA LUZ.
Nos queda poco tiempo.
Voy a explicar algo para invitar a comprender el mundo desde otra perspectiva. Cuando hablo de mundo, me estoy refiriendo a la cosmovisión geopolítica, económica y belicista; tres instrumentos que, de una forma precisa, articulan un mismo sentido, una misma finalidad, que no es más que la explotación, control y regulación del ser humano.
Unos creen en el capitalismo, otros creen en el comunismo, estamos ante acontecimientos que durante prácticamente todo el siglo XX nos muestran un rostro distinto en el terreno de lo estético, pero que en esencia, en lo profundo, ambos acontecimientos velan un mismo espíritu.
En el contexto capitalista se han construido campos de concentración.
En el contexto comunista se han construido campos de concentración.
En el contexto capitalista se ha practicado la eugenesia.
En el contexto comunista se ha practicado la eugenesia.
En el contexto comunista se ha ejecutado el crimen de lesa humanidad, el contexto capitalista no es muy distinto, también se ha ejecutado el crimen de lesa humanidad; en ambos bandos nos encontramos ante experimentación genética.
Tanto el contexto capitalista cómo el contexto comunista, en lo profundo, velan una misma finalidad: la locura por sistema, la muerte como solución final.
Ambas posiciones, alejadas de la demagogia estética, democrática y constitucional, comparten una misma logística, tanto en el contexto capitalista como en el contexto comunista se practica la geoingeniería social a partir del aparato de la propaganda, ambos escenarios han condicionado la psicología de las masas, han practicado la uniformización alienante del individuo, tanto en el contexto capitalista como en el contexto comunista.
Para poder creer en el capitalismo, primero, deberíamos percibir el capitalismo.
Para poder creer en el comunismo primero deberíamos percibir el comunismo.
Como digo, tan solo se pueden distinguir a partir de parámetros estéticos, pero que como digo, en lo profundo estamos antes el mismo acontecimiento, la misma finalidad, el mismo interés, que como acabo de decir, no es más que la explotación, el control, y la eliminación del espécimen humano.
Tanto en el contexto capitalista como en el contexto comunista se sacrifica la vida, la naturaleza y la conciencia misma. Ambos contextos contaminan por igual, ambos objetos nacen contra natura, y afortunadamente, a tenor de las fatalidades que ponen de manifiesto este tipo de subterfugios políticos, económicos, y sobre todo... militares, afortunadamente, el "nuevo orden" contra natura nace muerto y está condenado a su extinción.
En lo profundo, tanto los seres humanos sometidos por el gran capital, como los seres humanos sometidos por el comunismo, ambos están sometidos, explotados y sacrificados ante el altar del régimen del mal, hoy el "nuevo orden" puede ser descrito como el orden del Anticristo.
El capitalismo como tal concluye tras la gran crisis de la década de los años 20, un capitalismo puro, genuino, refrendado al esfuerzo, al mérito, al sacrificio, y sobre todo, a las realidades tangenciales naturales qué son por naturaleza productivas, constructivas, distributivas y creativas.
Podemos afirmar exactamente lo mismo de los espacios comunistas, visto que la cosmovisión económica de los espacios comunistas orbitan en torno a un mismo sentido capital; tanto comunistas como capitalistas pagaron con la nada, y es con la nada que traducen el sudor y las lágrimas de los pueblos sometidos del mundo; De este modo se logra reducir, tanto en los contextos capitalistas como los contextos comunistas, al ser humano a la mínima expresión: la nada absoluta.
Me imagino que muchos de vosotros, a partir de la geoingeniería social, habéis defendido una oposición u otra, es tras esta gran fatalidad que tenemos la oportunidad de desvelar hasta desmontar la última piedra de la sinagoga de Satanás.
No existe una economía posible si ésta no está refrendada a la realidad natural, naturaleza impera, hoy lo que impera es la ley de algunos hombres que han decidido eliminar la palabra naturaleza, la palabra vida, y la palabra conciencia.
Tanto comunistas como capitalistas alcanzaron su esplendor tras el desarrollo de la energía atómica. Tras la bomba atómica el ser humano se ha transformado en una especie suicida camino de la extinción, de una forma agónica, tras Hiroshima y Nagasaki, tanto el contexto comunista como el contexto capitalista se arrastran como las serpientes en el desierto.
Hoy, lejos de asistir al nacimiento de un "nuevo orden" en realidad a lo que asistimos es a la caída del "nuevo orden mundial", está fatalidad es comprendida como una oportuna para aquellos que, soldados de luz, células Crísticas, que conformamos un Corpus Christi, concebimos, desarrollamos, producimos, distribuimos y creamos un escenario viable y sostenible con nosotros mismos, con el resto de criaturas y con el paisaje mismo.
Es, tras esta fatalidad, sus políticas subversivas de choque, que hoy la humanidad ha iniciado un "proceso de despertar", son las palabras verdaderas, profundas, que deben conducir a toda la humanidad hacia un paisaje posible, que siempre estuvo aquí y que siempre estará aquí.
No podemos concebir un modelo social, económico, cultural si no somos capaces de traducir la ley natural en leyes divinas, leyes divinas en leyes de los hombres.
Tanto el capitalismo como el comunismo surgen del relativismo, del materialismo, de la abstracción misma que ha conducido a todos los seres humanos al camino de la perdición. Estamos ante la exigencia, la necesidad, el deber de concebir un nuevo paradigma que armonice al ser humano consigo mismo, al ser humano con el distinto, al ser humano con el resto de criaturas y sobre todo... al ser humano con el paisaje de lo posible.
Como citaron los grandes pensadores tras el colapso del mal atómico de la muerte, "-la comunidad es imposible-", pero somos aquellos, hijos de la luz, del conocimiento, que tenemos la capacidad de dar un paso no más allá, en un eterno retorno.
Es en este preciso instante que considero prácticamente en sus últimas agonías a la sinagoga de Satanás y su tan ansiado Mesías. Naturaleza impera. A lo que asistimos la mayoría de seres humanos es al renacer del Cristo Redentor.
Los españoles de bien somos una criatura sana y natural, convivimos en un contexto natural, único, en la península se entrecruzan todos los vientos, todos los climas, todas las gastronomías, todas las culturas, todas las tradiciones, todas las razas, todos los pueblos, las patrias y naciones, es Norte, Sur, Este, Oeste, nuestras coordenadas temporales, las 9, las 6, las 3 y las 12, qué los españoles afortunadamente vivimos, convivimos, regidos por el astro solar, nuestro amado Cristo Redentor.
Es, tras este hermoso y cálido paisaje, el que acompaña estas palabras, que los españoles hemos podido percibir como ningún otro pueblo en el mundo el significado profundo de la palabra Dios.
Es, tras este hermoso y cálido paisaje, el que acompaña estas palabras, que los españoles hemos tenido la capacidad de percibir, en primera persona, el significado profundo de la palabra Cristo.
Asistimos a un espacio sin coordenadas, asistimos al final de los tiempos, pero es tras un renacer, tras un nuevo amanecer, que vamos a tener todos la capacidad de escribir nuestra propia historia, razón en nuestra propia conciencia, y gobernar el libre albedrío de nuestros destinos.
Todo aquel, víctimas, cómplices y culpables, tendréis la oportunidad de desnudar el uniforme ideológico que explota, somete y sacrifica vuestras propias vidas.
Todos vosotros, humanos de bien, tendréis la oportunidad de renacer.
En la llegada del primer Cristo, la luz se materializa en una sola conciencia. Ante la llegada del segundo Cristo, la luz se materializa en todas las personas. Cada uno de vosotros sois soldados de la luz, cada uno de vosotros, sois, una célula Crística y cada uno de vosotros conformáis un corpus Christi.
No sois más que la materialización consciente de la luz misma.
La luz, como todas sus creaciones, como todas sus criatura, no sucumbe jamás ante "el mal de la muerte" y la oscuridad; siempre existe un renacer, siempre existe un amanecer, desde una dimensión microcósmica hasta una dimensión macrocósmica, observada la naturaleza, observada la vida, observada la conciencia, y el universo creador, un átomo, una proteína, la escultura de las esculturas, un ser humano, catedral del conocimiento, como los astros, los planetas, estrellas, y el resto de acontecimientos Universales, somos afortunadamente una criatura eterna, como el agua del manantial, que mañana deviene en aguas claras y dulces en un río, que arrastran en su devenir los sustratos minerales que desembocan en el delta de la vida, sulfuradas, salinizadas, las aguas de océanos y mares, esa sopa primordial de donde surge la vida tal y como la conocemos, que tras, el inefable contacto con la luz, se evaporan para luego llover como lloran nuestras madres.
La cabeza del capitalismo, la cabeza del comunismo, conforman un único cuerpo, el águila de dos cabezas que luce lucifer y su secta de lo discreto, el divide y vencerás, nos dividen por cuestiones religiosas, nos dividen por raza y género, nos enfrentan por un motivo u otro, somos todos hijos de un universo creador, somos todos la materialización consciente de la luz, y es, el mensaje de los Crístico, que tuvo en su día y tiene hoy la oportunidad de consagrar en comunión cuerpo, alma y paisaje.
Cuando se produce un crimen, nos tenemos que preguntar... ¿a quién le interesa el crimen?.
Cuando se produce una gran crisis económica, nos tenemos que preguntar... ¿a quién le interesa una crisis económica?.
Cuando se produce una crisis sanitaria, nos tenemos que preguntar... ¿a quién le interesa una crisis sanitaria?.
Si se produce una crisis tecnológica, nos tenemos que preguntar... ¿a quién le interesa una crisis tecnológica?.
Divide y vencerás.
Si ellos, los enemigos de la vida, la naturaleza y la conciencia, del cultivo y la cultura, de las patrias y naciones, si los fariseos del cabal no han tenido la capacidad de trabajar y aportar, por lo tanto, de ganarse sus derechos, no seremos nosotros quienes sacrificaremos los nuestros.
Podemos leer titulares que afirman "el ser humano es una plaga", cortamos árboles, añadimos elementos petroquímicos, por y para concebir un aparato de propaganda diseñado, no tan solo para contaminar el mundo, si no además, para intoxicar, confundir, enfrentar la verdadera naturaleza consciente del ser humano.
Todos vosotros tenéis la oportunidad de ampliar el paréntesis de vuestras conciencias, de elevar, hacia lo sublime, vuestros espíritus, y en equilibrio con las fuerzas físicas de la naturaleza, encontrar una coordenada verdadera, auténtica, de puro amor, paz y bienestar; Basta con abandonar el arma, el uniforme y su ideología para volver a caminar, siendo aquello que afortunadamente somos, ser un fiel reflejo de nuestros dioses, dioses que son un fiel reflejo del universo mismo.
Hago un llamamiento a las personas de bien, a las personas sensibles, a las personas cultivadas, las personas sacrificadas, a las personas honradas, humildes y trabajadoras, a los emprendedores del mundo, aquellos que desarrollan, distribuyen, producen y crean con el sudor de su trabajo se ganan sus derechos... hago un llamamiento para abandonar la sinagoga de Satanás; intercambiar el interés por amor, la maldad por inteligencia, y revertir un proceso que nos condena a todos a la extinción.
El mundo no tiene nombres. El mundo no tiene apellidos. El mundo no suma ni resta y menos divide, el mundo en silencio nos explicó todo, nos basta con callar, y en un eterno silencio, renacer despiertos, alimentados, cultivados y cobijados por una conciencia Crística que tuvo la capacidad y tiene la capacidad de responder los grandes dogmas humanos y de ofrecer un paisaje más que posible que denominamos "más allá".
Cuando la palabra humana, reza, "la muerte no es el final". No temáis, no tengáis miedo, con éxtasis sin fe, arrebatados, ceder como cede el agua en el manantial.
Es con estas palabras que os convoco a transformar la fatalidad que somete, explota y elimina vuestras vidas, en una oportunidad; atesoráis la oportunidad de participar en la construcción del único y verdadero reino de la Cristiandad.