El Conquistador Hernán Cortés: ¿Héroe o Villano?

2 months ago
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Hernán Cortés: el conquistador que la izquierda quiere borrar de la historia

La narrativa dominante en muchas universidades y medios progresistas ha tergiversado de forma deliberada la figura de Hernán Cortés, reduciéndolo a un simple "villano" de la historia. Pero cuando uno se detiene a observar los hechos con objetividad, surge una imagen radicalmente distinta: la de un estratega brillante, un militar de élite y un hombre que, con apenas 600 soldados y 16 caballos, desmanteló un imperio basado en la opresión, el terror y los sacrificios humanos.

Cortés no solo enfrentó al imponente Imperio Azteca con valor, sino que supo ganarse la alianza de pueblos indígenas como los totonacas y los tlaxcaltecas, quienes vivían sometidos bajo el yugo brutal de los aztecas. Se estima que el 99% de sus tropas eran precisamente indígenas que vieron en él una oportunidad de liberación. Así que la idea de que fue un "invasor opresor" es una falacia que ignora el contexto histórico. Cortés fue, en muchos sentidos, un libertador.

El Imperio Azteca no era una utopía multicultural, como algunos pretenden hacer creer, sino un sistema teocrático que exigía sacrificios humanos masivos —principalmente de otros pueblos indígenas capturados— como parte de su cosmovisión religiosa. En ese sentido, no se trató de una "conquista" en el sentido moderno, sino de una coalición de fuerzas indígenas lideradas por Cortés para derribar una tiranía precolombina.

Tenochtitlán, la joya del Imperio Azteca, era sin duda una ciudad impresionante para su época, con una población cercana a los 300,000 habitantes. Pero este desarrollo urbano convivía con un salvajismo ritual innegable. En contraste, la llegada de los españoles trajo consigo la educación, la arquitectura europea, la escritura, la medicina, y sobre todo, la evangelización que transformó profundamente a América. Las universidades, catedrales y hospitales que florecieron en el Nuevo Mundo son testimonio de esa herencia.

Y sin embargo, la izquierda moderna —incluido el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador— insiste en desenterrar el pasado para exigir "disculpas" a España. Una petición absurda si consideramos que el propio López Obrador es de ascendencia española y no existiría si no fuera por ese mestizaje histórico que tanto desprecia. Pedir disculpas por la historia es, en sí mismo, un acto de revisionismo ideológico que busca dividir, culpar y sembrar resentimiento.

En lugar de cancelar a Cortés, deberíamos estudiarlo con honestidad. Su legado no es el de un simple conquistador, sino el de un hombre que cambió la historia de Occidente y América Latina, con todas las luces y sombras que eso implica. Borrar su figura de la historia es un acto de ignorancia y cobardía. Y si los aztecas hubieran votado, tal vez lo habrían rechazado. Pero si hubieran votado los pueblos indígenas oprimidos, lo habrían recibido como un héroe.

Hoy más que nunca, defender el legado de Hernán Cortés es defender la verdad histórica frente a la cultura de la cancelación. Porque no se puede construir un futuro fuerte cuando se destruyen los cimientos del pasado.

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