Trump cierra la frontera ganadera para proteger a EE.UU.

2 months ago
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En una decisión que sorprendió a algunos y confirmó lo que otros esperaban, el presidente Donald Trump ordenó el cierre inmediato de la frontera sur para todas las importaciones de ganado mexicano, incluyendo caballos y bisontes, tras detectarse un nuevo caso del letal gusano barrenador en el estado de Veracruz.

La medida, respaldada por el Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA), ahora liderado por Brooke Rollins, fue calificada como una acción preventiva crucial para proteger la industria ganadera nacional y garantizar la seguridad alimentaria del país. Para muchos, esta decisión confirma una vez más que Trump no espera a que el problema cruce la frontera: actúa antes.

Una amenaza biológica, no solo comercial
El gusano barrenador (Cochliomyia hominivorax) no es una plaga cualquiera. Erradicado de EE.UU. desde hace más de cuatro décadas, su reaparición tan cerca del territorio estadounidense es motivo real de alarma. El parásito destruye el tejido vivo de animales —y, en casos extremos, de humanos—, y podría causar pérdidas millonarias a ranchos, granjas y pequeños productores de todo el país.

Apenas dos días después de haberse reabierto parcialmente el comercio de animales entre ambos países, el brote en México obligó a actuar con firmeza. Trump no dudó: cerrar la frontera fue una medida sanitaria, no diplomática.

El gobierno mexicano lo minimiza… EE.UU. responde con hechos
Mientras en Washington se inyectan millones de dólares en plantas de producción de mosca estéril en Texas y en zonas fronterizas mexicanas para frenar la propagación, el gobierno de Claudia Sheinbaum en México ha calificado la medida como “exagerada” y ha insistido en que “el brote está bajo control”.

¿De verdad? Porque las cifras, los mapas y los reportes veterinarios dicen otra cosa: la plaga se encuentra a solo 370 millas de nuestra frontera. Y si algo ha demostrado la historia es que una plaga no necesita visa para entrar.

Trump prioriza la soberanía alimentaria. ¿Quién no lo haría?
La reacción de la administración Trump, aunque criticada por sectores globalistas y comerciales, responde a una visión clara: la soberanía alimentaria está por encima de cualquier tratado o relación bilateral. La defensa de nuestros ranchos, de nuestros productores, y del consumidor estadounidense es innegociable.

No se trata de aislar a México. Se trata de defendernos cuando la debilidad del otro lado pone en riesgo nuestra estabilidad. La pregunta no es por qué Trump cerró la frontera, sino por qué otros no lo habrían hecho antes.

¿Exageración o prevención? El debate real
El cierre afecta duramente a México: millones de dólares en exportaciones perdidos por día, animales en espera, cadenas comerciales detenidas. Pero el costo de no actuar podría ser infinitamente mayor para EE.UU.: plagas, cuarentenas masivas, pérdida de producción, aumento de precios y crisis en la industria cárnica.

Entonces, ¿fue exagerado? ¿O fue una respuesta necesaria ante la falta de control sanitario del país vecino? En tiempos donde la bioseguridad se vuelve un asunto de seguridad nacional, Trump demuestra liderazgo: cuando hay duda, se protege al pueblo primero.

Conclusión: la salud de EE.UU. no se negocia
Esta crisis expone una verdad incómoda para quienes aún creen en las promesas del globalismo sin fronteras: sin soberanía no hay seguridad. Sin control, no hay estabilidad. Y cuando se trata de proteger al país, Trump no pide permiso. Actúa.

¿Se priorizó la política? No. Se priorizó la salud. Y si eso tiene costos, son los costos de tener un presidente que no se deja presionar por diplomacia tibia ni por intereses comerciales cuando la vida económica y biológica del país está en juego.

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