Más de 120 muertos por negligencia estatal

2 months ago
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Mientras Estados Unidos celebraba su independencia el pasado 4 de julio, los texanos enfrentaban un episodio devastador: una inundación sin precedentes barrió con comunidades enteras en el centro del estado. Más de 120 personas murieron, incluyendo 27 niñas y una consejera en el campamento infantil Mystic, y más de 170 siguen desaparecidas. El río Guadalupe, normalmente pacífico, se convirtió en una muralla de agua que subió más de ocho metros en menos de una hora.

A diferencia de otras tragedias, esta pudo evitarse. Porque no fue la naturaleza la que falló. Fue el sistema de alerta local. Fue la falta de preparación de las autoridades condales y estatales —dirigidas en su mayoría por demócratas— que ignoraron advertencias, omitieron protocolos y priorizaron ideología sobre acción.

La presidencia de Donald J. Trump, en su segundo mandato, ha respondido con rapidez, firmeza y liderazgo, exigiendo rendición de cuentas a los gobiernos locales y llevando ayuda federal sin demora.

1. Una tormenta anunciada
Los informes meteorológicos federales eran claros: un sistema convectivo, alimentado por los remanentes del huracán Barry, se dirigía a la región de Texas Hill Country con posibilidad de lluvias torrenciales. El Servicio Meteorológico Nacional emitió alertas tempranas.

Sin embargo, en Kerr County, nada se activó:

No hubo sirenas.

No se enviaron mensajes del sistema de alerta CodeRED.

No se contactaron de inmediato a instalaciones vulnerables como Camp Mystic.

Cuando la lluvia golpeó, ya era tarde. Familias quedaron atrapadas. Campistas dormían. El agua arrastró vehículos, casas y vidas.

2. Negligencia progresista: presupuesto sin prioridades
Desde 2017, funcionarios locales sabían que el condado no contaba con sirenas ni protocolos automáticos de emergencia. Propuestas para instalar sistemas de advertencia fueron presentadas varias veces, pero se archivaron por falta de “prioridad presupuestaria”.

El liderazgo local —de corte progresista— destinó recursos a programas ambientales simbólicos, eventos multiculturales y consultorías externas sobre "resiliencia climática", pero no asignó ni un millón de dólares para proteger vidas con alertas auditivas básicas.

El resultado está a la vista: Kerrville, Ingram, Hunt y otras comunidades sufrieron pérdidas humanas evitables.

3. Excusas ideológicas y teorías de distracción
Pocas horas después de la tragedia, las redes sociales y ciertos medios liberales comenzaron a circular versiones conspirativas que buscaban culpar a una empresa de “siembra de nubes” por el desastre.

Rainmaker, una compañía contratada para realizar operaciones en el oeste de Texas dos días antes, fue señalada sin pruebas. Meteorólogos y científicos de la administración Trump confirmaron que la siembra de nubes no puede producir más de un 20 % de incremento en lluvias y jamás puede provocar una inundación de esta magnitud, menos aún a más de 150 millas del epicentro.

El uso de teorías marginales por parte de voceros estatales fue una estrategia para distraer la atención del verdadero problema: el abandono institucional y la falta de liderazgo estatal real.

4. El presidente Trump actúa con decisión
Desde la mañana del 5 de julio, el presidente Donald J. Trump ordenó una respuesta federal inmediata. Agencias como FEMA, la Guardia Nacional y el Departamento de Transporte fueron desplegadas en cuestión de horas.

Además de enviar ayuda humanitaria y logística, Trump anunció una serie de acciones estructurales y legislativas:

Auditorías obligatorias a todos los condados que no tengan sistemas de alerta auditiva.

Creación de un fondo federal exclusivo para infraestructura de emergencia, supervisado directamente por el Departamento de Seguridad Nacional.

Condicionalidad de ciertos fondos estatales a la verificación de planes de evacuación, especialmente en zonas cercanas a ríos y campamentos infantiles.

Instrucción al Congreso republicano para que apruebe una Ley Nacional de Respuesta Inmediata ante desastres previsibles.

El mensaje fue claro: nunca más una alerta ignorada costará tantas vidas en Estados Unidos.

5. Conclusión: el liderazgo conservador frente a la parálisis progresista
Esta tragedia expone dos modelos de gobierno. Por un lado, el progresismo estatal: discursos vacíos sobre justicia climática, pero sin inversión real en sistemas de respuesta. Por otro, el gobierno federal conservador: acción concreta, defensa de la vida, y priorización de la seguridad por encima de cualquier ideología.

La inundación del 4 de julio fue un desastre natural. Pero su dimensión trágica fue provocada por la negligencia humana y el abandono institucional. Hoy, el gobierno de Trump responde con firmeza, transparencia y resultados.

Texas se levantará. Pero las lecciones están escritas con sangre. Gobernar es proteger. Y los republicanos están cumpliendo.

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