Jaime Mayo Oreja - La batalla cultural

Jaime Mayor Oreja y la urgente necesidad de dar la batalla cultural

En tiempos de decadencia ideológica, donde los valores fundamentales de la civilización occidental son atacados sin tregua, el testimonio de figuras como Jaime Mayor Oreja se convierte en un faro para quienes aún creen en los pilares de la verdad, la historia y la identidad. El exministro español, con la lucidez que lo caracteriza, no dudó en señalar lo que muchos dentro de la derecha rehúyen admitir: mientras la izquierda se moviliza con odio, resentimiento y deseos de revancha, en la derecha impera la conveniencia y la comodidad, en detrimento de la verdad.

Esta confesión, que podría incomodar a más de un estratega político, pone el dedo en la llaga de un fenómeno global: el progresismo no se impone por superioridad moral ni intelectual, sino por la debilidad y cobardía del pensamiento conservador contemporáneo. Según Mayor Oreja, el resultado es que los proyectos de izquierda, aunque edificados sobre la rabia y el rencor, se perciben como más sólidos y coherentes, precisamente porque no encuentran una oposición cultural bien estructurada.

La raíz del problema, apunta el líder español, está en la “inconsistencia cultural” de los que supuestamente defienden el sistema. Es decir, quienes deberían resistir los embates del globalismo, del relativismo moral y del nihilismo ideológico, no lo hacen porque no tienen fundamentos sólidos o convicciones firmes. La batalla, por tanto, no es entre dos culturas, sino entre una civilización con raíces —aunque dormidas— y una caricatura fabricada con ignorancia, odio y desprecio.

Mayor Oreja lanza además un llamado que resuena en los corazones de muchos católicos: la Iglesia es un “gigante dormido” que debe despertar. No como actor político, sino como matriz civilizacional. Los laicos, dice, tenemos la responsabilidad de recuperar el espacio cultural perdido, no desde trincheras políticas partidistas, sino desde la reconstrucción de una cosmovisión coherente que pueda dar respuesta a la confusión actual.

Lo más grave, advierte, no es la ferocidad del adversario, sino la negligencia de quienes subestiman al enemigo. Despreciar al contrincante es el primer paso hacia la derrota. Y es que la izquierda, por muy destructiva que sea en sus fines, ha sabido utilizar con astucia las herramientas de la cultura, la educación, los medios de comunicación y el arte para colonizar las conciencias.

En contraste, buena parte de la derecha ha caído en la trampa del economicismo, olvidando que sin valores no hay mercado que resista. El combate cultural exige estrategia, formación, unidad y sobre todo, una visión trascendente. No es una lucha que se gane en elecciones, sino en aulas, en hogares, en templos y en medios alternativos. Y el primer paso, como bien señala Mayor Oreja, es dejar de actuar por conveniencia y comenzar a hacerlo por convicción.

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