La solución para salvar África: patriarcado /La condición de la renovación: oración interior - 5.ª parte/

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Estimados obispos, sacerdotes, estudiantes de teología, religiosos y religiosas de África:
Habéis consagrado vuestras vidas a Dios. Pero si no vivís la vida interior, vuestra vida sacerdotal y religiosa perderá su sentido. ¿En qué consiste el secreto de la vida interior con nuestro Señor Jesucristo? Consiste en la oración interior, que va unida a la penitencia y, al mismo tiempo, nos une a Jesús. Todos los que han entregado sus vidas a Él necesitan conocerlo cada vez más profundamente.
El apóstol Pablo os dice ahora: «Quiero que lleguéis a entender el misterio de Dios, que es Cristo mismo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Esto os digo para que nadie os engañe con argumentos capciosos» (Col 2,2-4). Así pues, «de la misma manera que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, vivid en Él». Es decir, no viváis para vuestra propia realización personal ni para el espíritu del mundo, que ha penetrado incluso en el corazón de la Iglesia.
«Arraigados y edificados en Cristo, y confirmados en la fe verdadera y salvadora». El Apóstol advierte con urgencia: Mirad que nadie os engañe con filosofías falaces y vanas, basadas en enseñanzas humanas de la teología histórico-crítica, en los poderes espirituales del esoterismo, y no en Cristo. Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad. Los dioses de los paganos son demonios. El cristianismo no puede mezclarse con el paganismo; no hay concordia entre Cristo y Belial.
En cuanto a los llamados nuevos ritos litúrgicos con elementos paganos, mediante los cuales los paganos adoran a los demonios, se aplica la advertencia del Apóstol: «No podéis beber la copa del Señor y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios». El diálogo interreligioso es, de hecho, antimisión, y no lo inspira el Espíritu de Cristo, sino el espíritu del Anticristo. No hay que confundir la oración interior, cuyo centro es Cristo, con las meditaciones orientales practicadas en el budismo o el hinduismo.
Recordad, queridos católicos de África, que vuestros abuelos y bisabuelos renunciaron a las prácticas paganas que mantienen a los paganos en la oscuridad espiritual y bajo terror. El fruto del espíritu del paganismo es la inmoralidad, incluso el satanismo, que se manifiesta hoy en día en la ideología de género. Esta ideología promueve los matrimonios pervertidos entre personas del mismo sexo así como cirugías de reasignación sexual, y esto incluso para los niños a los que se manipula psicológicamente en las escuelas para que se hagan dicha cirugía. África tiene el mérito ante Dios por no haber aceptado la declaración doctrinal Fiducia supplicans, que bendice estos pecados y, por tanto, atrae la maldición de Dios y destruye de raíz la fe salvadora.
Vosotros, queridos habitantes de África, no habéis aceptado este camino suicida de Fiducia supplicans. Eso es ciertamente loable, pero no es suficiente. Ahora tenéis que enraizaros en Cristo para que, como los apóstoles y como todos los mártires, estéis dispuestos a dar vuestra vida por fidelidad a Cristo. La manera de conseguirlo es a través de la oración interior. Sin ella, el espíritu del mundo os robará la fe que teníais al principio cuando decidisteis entregar vuestras vidas a Jesucristo. Muchos seminaristas y religiosos, sin embargo, a menudo ni siquiera saben cómo empezar con la oración interior ni cómo seguir practicándola. Sin ella, las personas consagradas a Dios pierden lo más preciado: la relación personal con Jesucristo. No se convierten en testigos de Jesús, sino en meros mánagers eclesiásticos que tienen el espíritu del mundo, y esto vale indistintamente para teólogos, religiosos, sacerdotes u obispos.
El alma necesita ser iniciada en los fundamentos de la oración interior, para que luego el Espíritu Santo la guíe por el camino de la purificación, la iluminación y la unión. Este camino es totalmente contrario al camino sinodal con su Fiducia supplicans.
¿Cuál es la base de la oración interior? Es la Palabra de Dios y entrar en la presencia de Dios y permanecer en ella. Así es como el alma se abandona a Dios y se une a Él.
La oración interior, que os presentamos en un lenguaje sencillo, se basa en la experiencia espiritual, que también debéis adquirir para poder compartirla con las almas que Dios os ha encomendado. La teología que no va acompañada de una relación personal con nuestro Señor y Salvador no da fruto. De igual manera, la vida religiosa pierde su significado si no se fundamenta en una auténtica relación con Dios, que crece a través de la oración interior.
Buscar la espiritualidad en prácticas paganas, como meditaciones yóguicas y zen relacionadas con el hinduismo y el budismo, es un camino falso. Del mismo modo, diversas prácticas esotéricas son solo una pseudoespiritualidad que desvía de la esencia, de Cristo. Alejan del verdadero sentido de la vida, que reside en buscar y amar a Dios y salvar el alma.
Nos dirigimos a vosotros en nombre de los religiosos y religiosas que practican la oración interior y nos gustaría presentarla brevemente y llamar vuestra atención sobre ella como un tesoro escondido. Si tan solo intentarais practicarla regularmente en todos los seminarios y casas religiosas de África durante al menos un mes y a diario. Es posible practicarla en privado (cada uno debería intentarlo por su cuenta), pero también es posible rezarla juntos. En ese caso, una persona debe dirigir la oración. Pronto descubriréis su aportación a vuestra vida espiritual. No os dejéis influir por quienes intenten disuadiros de rezarla, ya que no tienen una relación personal con Cristo.
Esta oración interior de 40 minutos es fruto de más de 40 años de práctica y perseverancia en la oración. Aunque está destinada principalmente a las personas consagradas, es de gran provecho espiritual para todos los cristianos fervientes.
El alma comienza a reconocer el poder del amor de Dios —que es la única fuerza que vence el abismo del pecado— cuando se adentra continuamente en la profundidad del misterio del sacrificio redentor de Cristo en la cruz a través de la oración interior.
En esta oración interior, contemplamos las palabras de Cristo desde la cruz, cada una durante unos cinco minutos. Utilizamos gestos de oración para evitar distracciones y mantenernos centrados en la palabra y la presencia de Dios en la unión interior con Jesús. Estamos de rodillas o nos ponemos de pie. El gesto de los brazos extendidos en oración nos ayuda a unirnos a Jesús. Al invocar el nombre de Jesús, «Yehoshua», o al clamar al Padre celestial, «Padre, Abba», puede ser muy útil exhalar lentamente vocales alargadas, especialmente «aaa» (Aaa-bbaaa, Padre; Yehoshu-aa-aa-aa). Esto nos predispone a la oración interior. Lo mismo ocurre en la oración de «Eloí» (Eee-looo-ííí), en la que intentamos permanecer en unión con Jesús abandonado y sufriente.
Somos conscientes de que el conocimiento interior de la relación con Jesús es algo que solo una persona verdaderamente espiritual puede transmitir a personas maduras y sinceras. Al publicar esta oración, corremos el riesgo de que la gente eclesiástica con un espíritu mundano u ocultista y esotérico pueda malinterpretar y ridiculizar esta oración interior, desalentando a los creyentes sinceros. Sin embargo, confiamos en que las almas sedientas y amantes de Cristo recogerán estas perlas y no permitirán que se pisoteen.
Al contemplar la segunda y tercera palabra desde la cruz, invocamos el nombre de Jesús: Yehoshua.
Pronuncio «Ye-ho-shu» lentamente. Levanto los brazos hacia arriba y me doy cuenta de que Dios me ve.
Al exhalar la larga «aaa» por primera vez, bajo lentamente los brazos dándome cuenta: «Tú lo creaste todo».
Al exhalar la segunda «aaa» alargada, hago la señal de la cruz dándome cuenta: «Por tu cruz me has redimido».
Al exhalar la larga «aaa» por tercera vez, tiendo los brazos hacia Jesús en súplica: «Jesús, acuérdate de mí en tu reino».
Durante la oración de la tercera palabra desde la cruz, «He ahí tu madre», invoco «Ye-ho-shu-aa-aa-aa» de la misma manera, con la excepción de que al exhalar la tercera larga «aaa» recibo por fe a la madre de Jesús en mi corazón. Al hacerlo, hago el siguiente gesto: extiendo los brazos hacia los lados y luego, lentamente, llevo las manos al pecho.
Durante la oración de la sexta palabra, al invocar «Ye-ho-shu», levanto los brazos hacia Jesús.
La primera vez que exhalo la «aaa» alargada, bajo lentamente los brazos y me doy cuenta: «¡La oscuridad se ha roto! ¡Con la muerte se ha consumado!».
Al exhalar la larga «aaa» por segunda vez, hago la señal de la cruz recordando la siguiente verdad: «Estoy en la muerte de Cristo por el bautismo».
Al exhalar la tercera «aaa», levanto los brazos y los mantengo en alto un momento, recordando la realidad espiritual: «¡Una columna de luz sobre mí y dentro de mí!».

+ Elías
Patriarca del Patriarcado Católico Bizantino

+ Metodio OSBMr + Timoteo OSBMr
Obispos Secretarios