PSICOGEOGRAFÍA SAGRADA: Objetos y Sitios que nos Habitan

3 months ago
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En este episodio profundizo en cómo los espacios físicos y los ambientes que habitamos a diario están impregnados de cargas espirituales invisibles que moldean nuestra psique, emociones y energía vital. La consciencia humana no es una isla aislada, sino un flujo simbiótico entre el exterior y el interior: cada lugar que pisamos (hogares, calles, templos) nos transforma tanto como nosotros lo transformamos a él. Exploro la idea radical de que ni siquiera Dios o las almas pueden concebirse fuera de un espacio contextual. Todo pensamiento, por abstracto que sea, está anclado a una ‘geografía’ mental o metafísica —ya sea un cielo, un inframundo, o el vacío cuántico—. ¿Somos acaso arquitectos de realidades espirituales al habitar? ¿O somos el lienzo que los espacios ocultos dibujan?

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**NOTAS DEL EPISODIO**

1. La teoría energética del universo propone que la fuerza fundamental del cosmos no es la gravedad, sino la electricidad y el electromagnetismo, donde plasmas y corrientes cósmicas moldean galaxias y estrellas. Esta visión se alinea con el concepto ortodoxo de las "energías increadas" de Dios, fuerzas divinas que impregnan la creación sin confundirse con Su esencia, así como con el concepto védico de maya, la ilusión cósmica que oscurece la verdadera naturaleza del universo: un flujo dinámico de energía (shakti) que emana de lo Absoluto (Brahman).

2. La relatividad subjetiva del tiempo se intensifica con la edad: en la juventud, los días parecen eternos, mientras que en la madurez los años fugaces. Las teorías más recientes —como la hipótesis de la proporcionalidad (Weisman, 2022) y los modelos de codificación predictiva (Friston, 2023)— sugieren que esto se debe a que el cerebro joven procesa más experiencias novedosas, dilatando la percepción temporal, mientras que la rutina adulta comprime los recuerdos en "paquetes" repetitivos.

3. El animismo concibe los objetos como entidades vivas, impregnadas de una energía sagrada (mana, prana o chispa divina) que los vincula al flujo oculto del mundo. Sus dinámicas mágicas operan bajo dos principios: la memoria imantada (los objetos acumulan historia y voluntad, como espadas que "seden" violencia o amuletos que "guardan" protección) y el pacto simbiótico (el ritual humaniza al objeto y el objeto amplifica la intención humana).

4. En la tradición católica, las reliquias —como huesos, cabellos o objetos personales de santos— se colocan bajo los altares como un vínculo tangible entre lo divino y lo humano, siguiendo una práctica que se remonta a los primeros cristianos, quienes celebraban la Eucaristía sobre las tumbas de los mártires. Este acto no es sólo simbólico, sino teológico: la reliquia consagra el altar, transformándolo en un punto de encuentro entre el cielo y la tierra, donde el santo intercede y la materia se santifica.

5. El modernismo radical, en su obsesión por la pureza funcional, ha diseñado espacios vaciados de alma: fábricas de metal y piedra, intergenes fríos y repetidos, donde la ausencia de ornamentación no es virtud sino negación. Estos no-lugares, despojados de belleza orgánica, se convierten en cáscaras inertes, meros contenedores para objetos de consumo efímero. Es la degradación filosófica de lo humano: ya no habitamos espacios, sino diagramas de eficiencia; ya no nos rodea arte, sino publicidad encarnada en forma de muro liso.

6. Los animales, aunque no personalizan espacios con significado simbólico como los humanos, muestran rasgos de personalidad avanzada en ciertos contextos. Los cuervos usan herramientas de forma creativa, los chimpancés desarrollan preferencias culturales para cascar nueces, y los pulpos decoran sus guaridas con conchas y piedras. Sin embargo, estos comportamientos—aunque sofisticados—responden a instinto, aprendizaje o adaptación, no a una intencionalidad estética o identitaria.

7. Todas las religiones humanas, incluso las más abstractas, terminan localizando lo divino en espacios delimitados: el Paraíso cristiano está "arriba", el Jannat islámico tiene sus ocho puertas, y el Svarga hindú se sitúa sobre el monte Meru. Hasta el impersonal Brahman vedántico—que todo lo impregna—admite nociones de límite cuando se manifiesta (como los loka o planos de existencia). Ninguna fe escapa a esta paradoja.

8. El feng shui es un antiguo sistema chino de armonización espacial que busca equilibrar las energías (qi) en hogares y entornos mediante la disposición de objetos, colores y flujos. Basado en los 5 elementos (madera, fuego, tierra, metal, agua) y el bagua (mapa energético), propone que la organización del espacio afecta la salud, prosperidad y relaciones.

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