"Un Hombre, una Despedida, y el Eco de una Voz Celestial"

El joven que quería despedirse de Dios. Esta historia está basada en un hecho real. Un joven que creció en un hogar cristiano... llevaba una vida muy sencilla. Los únicos lugares que frecuentaba eran la iglesia y la escuela. Sus padres siempre lo motivaban a seguir en el camino de la fe. Sin embargo, llegó un momento en su vida en el que empezó a sentir que todo era demasiado tranquilo y, en su opinión, aburrido. Quería experimentar algo diferente, conocer más amigos y tener sus propias experiencias. Cuando terminó la universidad, tomó una decisión que había estado meditando durante mucho tiempo. Iría a la iglesia para despedirse del pastor comunicarle que ya no asistiría más. Con esa idea clara, el joven se dirigió a la iglesia. Al llegar, tocó la puerta y fue recibido por el pastor. Este, con un tono amable pero serio, lo escuchó decir, pastor, quiero hablar con usted. He decidido que no asistiré más a la iglesia. Hoy vine a despedirme de usted. El pastor lo miró fijamente y con una leve sonrisa respondió, yo solo soy un mensajero. El dueño de la iglesia es Dios y es con él con quien deberías hablar para despedirte. El joven, sorprendido, se quedó en silencio. Entonces, el pastor continuó. Estoy saliendo en este momento. Entra a la iglesia, arrodíllate en el altar y despídete de él. Sin más que decir, el joven entró al templo y se dirigió al altar. Aunque estaba lleno de emociones, encontradas, sobre todo de rabia y frustración, no sabía cómo empezar su oración. Pasadas algunas horas, el pastor regresó a casa. A lo lejos, vio a su esposa esperándolo en la entrada. Al acercarse, la saludó y le preguntó, ¿qué pasó con el joven que vino a despedirse? Ella le respondió, ahí está todavía. Al Al escuchar esto, el pastor volvió a entrar al templo y desde lejos vio al joven completamente quebrantado. Este, al darse cuenta de la presencia del pastor, se levantó y se dirigió hacia él. Con lágrimas en los ojos, el joven le dijo, Pastor... No pude despedirme de Dios. Cuando intenté hablarle, sentí un silencio profundo, como si ya no estuviera. Fue como si me faltara el aire y estuviera en una habitación oscura. Me sentí solo. No puedo explicarle lo que sentí, pero tuve miedo. Lo único que pude decir mientras me faltaba el aire fue, no me dejes, Señor, yo te necesito. Y en ese momento, todo cambió. De repente, sentí que el aire volvía a mis pulmones y una paz indescriptible me envolvió. El joven continuó relatando. Vi dos caminos. El primero terminaba en una lápida rodeada de tierra gris y las nubes que la cubrían eran oscuras. Sentí un frío aterrador que recorrió todo mi cuerpo, pero en el segundo camino vi un árbol frondoso, robusto, con un gran tronco, hojas verdes y lleno de vida. Su sombra era fresca y muchas personas acudían a él para refugiarse y disfrutar de sus frutos. El pastor, conmovido, le puso una mano en el hombro y le dijo, Dios te ha mostrado lo que hay más allá de tus decisiones. Él siempre estará contigo, pero el camino que elijas marcará tu destino. El primer camino que viste representa lo que ocurre cuando nos alejamos de Él. Soledad, oscuridad y muerte espiritual. Pero el segundo camino... Es el que Dios desea para ti, uno lleno de vida, esperanza y propósito bajo su cuidado. Recuerda siempre esto, Dios no se despide de nosotros, pero nosotros a veces tratamos de despedirnos de él. Sin embargo, su amor siempre está esperando a que volvamos.