El abandono de la cultura Cristiana y el silencio del Papa Francisco, sobre el abortismo de Biden

El abandono de la cultura Cristiana y el silencio del Papa sobre el abortismo de Biden

El desprecio por los valores cristianos tradicionales no es una casualidad, ni un fenómeno aislado. En España y en buena parte de Occidente, estamos viendo cómo se debilitan las raíces que dieron sentido y cohesión a nuestras naciones. Tras la muerte Papa Francisco, muchos empiezan a buscar respuestas de su silencio frente al apoyo descarado al aborto por parte de políticos como Joe Biden y Nancy Pelosi es un síntoma de un problema mucho más grave: la claudicación de parte de la jerarquía católica ante las presiones globalistas y progresistas.

Mientras la administración Biden intensificaba sus esfuerzos para imponer agendas contrarias a la vida y la familia, se difundieron fotografías de una visita oficial del senador JD Vance al Vaticano. Aunque algunos medios intentaron falsear la visita acusando al Vicepresidente de mentir, las imágenes dejaron claro que los ataques contra Vance —y contra los esfuerzos conservadores por restaurar el respeto a los valores judeocristianos— eran pura difamación mediática.

Contrastemos: mientras líderes como Vance y el presidente Trump luchan por proteger la vida, la familia y la libertad religiosa, el Papa Francisco optaba por recibir con honores a personajes como Biden y Pelosi. Ambos han promovido políticas abortistas no solo en Estados Unidos, sino también en América Latina, utilizando ONG financiadas con dólares de los contribuyentes. Y sin embargo, el Papa guarda silencio.

El fallecido Sumo Pontífice ha optado por el silencio también frente a escandalosa declaración de Joe Biden, quien habría recibido la santa comunión administrada por el propio Francisco. Acto que constituye un sacrilegio contra la sagrada forma y un mal para el que lo comete ya que no se puede comulgar bajo pecado mortal como lo es la promoción y financiamiento al aborto.

Este silencio es escandaloso. Porque no se trata simplemente de diferencias políticas. Hablamos de cuestiones morales fundamentales, de principios innegociables para cualquier católico: la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural. Al no denunciar claramente estas posturas, la autoridad moral de la Iglesia se debilita y se confunde a los fieles. Al mismo tiempo traiciona a quienes oponen la debida resistencia y lucha contra el aborto en Estados Unidos y el Mundo.

Mientras tanto, los medios de comunicación de izquierda celebran este silencio cómplice como si fuera una señal de "progreso" o "tolerancia". No lo es. Es una traición a los valores que nos fueron entregados por generaciones de mártires y santos. Es una renuncia a la misión profética que exige denunciar el pecado, no encubrirlo.

En tiempos como estos, la voz de los verdaderos cristianos debe alzarse con claridad y sin miedo. Necesitamos líderes que hablen con valentía, como JD Vance, como Donald Trump, como tantos pastores y laicos que siguen defendiendo la verdad, aunque el mundo los desprecie. La vida es sagrada. La familia es la célula básica de la sociedad. Y la fe no se negocia ni se vende al mejor postor.

La decadencia cultural que hoy vemos en España, América Latina y gran parte del mundo occidental es el resultado directo del abandono de estos principios. Pero aún estamos a tiempo de luchar. La historia nos enseña que incluso en los momentos de mayor oscuridad, una pequeña luz puede encender grandes cambios.

Que nadie se engañe: no todos los que ostentan títulos religiosos representan realmente el Evangelio. La verdadera Iglesia es la que permanece fiel a Cristo, a su enseñanza y a la dignidad de toda vida humana. Y en esta batalla cultural, no podemos permitirnos el silencio ni la tibieza.

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