Brutal Masacre contra los Cristianos de Siria ocurre impune frente al silencio de los medios

Brutal Masacre contra los Cristianos de Siria ocurre impune frente al silencio de los medios

La persecución contra los cristianos en Siria ha alcanzado un nivel alarmante, con la masacre de al menos 1,800 creyentes en los últimos días. Sin embargo, esta brutalidad ha sido ignorada por los medios masivos, que parecen seleccionar qué injusticias merecen cobertura según su conveniencia ideológica. Mientras las agendas progresistas insisten en denunciar una supuesta "opresión sistémica", guardan un silencio cómplice cuando las víctimas son cristianas.

Desde las universidades occidentales hasta el Foro Económico Mundial en Davos, la narrativa dominante es que la lucha es por los derechos de las minorías. Pero, ¿por qué este discurso se desmorona cuando los cristianos son la minoría perseguida? En Siria, comunidades cristianas enteras han sido desplazadas, torturadas y asesinadas, sin que esto genere indignación en los sectores que se autoproclaman defensores de los derechos humanos.

La violencia también ha alcanzado a otras minorías étnicas y religiosas en la región. Drusos y kurdos, así como comunidades chiitas como los alauitas, han sido víctimas de ataques brutales. Paradójicamente, estos crímenes son cometidos por grupos que han recibido apoyo de gobiernos progresistas occidentales bajo el pretexto de derrocar al régimen de Bashar al-Assad.

Uno de estos gobiernos es el de España, liderado por el socialista Pedro Sánchez, que en su momento respaldó a fuerzas rebeldes con la excusa de promover la democracia en Siria. Hoy, cuando estos mismos grupos atacan a las minorías religiosas, el gobierno español y otros países europeos guardan silencio.

El financiamiento y el respaldo político a grupos islamistas radicales por parte de potencias progresistas han tenido consecuencias devastadoras. No solo han contribuido a la destrucción de Siria, sino que han permitido la instalación de regímenes que imponen la sharia y persiguen a los no musulmanes. Esta realidad contrasta con la narrativa de tolerancia y derechos humanos que estos mismos gobiernos predican en sus discursos internacionales.

Mientras tanto, los grandes medios ignoran estos hechos o los minimizan, porque no encajan en su agenda ideológica. La doble moral es evidente: si la masacre de 1,800 personas hubiera ocurrido en cualquier otro contexto, con víctimas de otro credo o grupo político, estaría en los titulares de todos los periódicos. Pero al tratarse de cristianos, su sufrimiento es descartado como una mera consecuencia del conflicto.

La pregunta es: ¿hasta cuándo se seguirá permitiendo esta persecución impune? Es fundamental que las voces conservadoras y defensoras de la libertad religiosa alcen la voz contra esta injusticia. No podemos depender de los medios tradicionales ni de los organismos internacionales, que han demostrado su parcialidad.

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