SAN NICOLAS DE BARI ~ EL VERDADERO SANTA CLAUS

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El Verdadero Origen de Santa Claus

Reúnanse, queridos hijos, porque esta noche les contaré la verdadera historia de Santa Claus, un hombre cuyo espíritu de amor y generosidad ha cruzado los siglos, aunque hoy pocos recuerdan sus raíces. Para conocerlo, debemos viajar en el tiempo, a una tierra lejana llamada Licia, en lo que ahora conocemos como Turquía. Allí, hace más de mil setecientos años, vivió un hombre llamado Nicolás.

Nicolás no era un personaje ficticio ni una leyenda inventada. Fue un santo, un obispo, un hombre de Dios. Desde joven, Nicolás demostró tener un corazón bondadoso y una fe profunda. Nació en una familia rica, pero cuando sus padres murieron, decidió usar su herencia no para su beneficio, sino para ayudar a los necesitados, siguiendo el ejemplo de Cristo.

Una de las historias más conocidas de Nicolás ocurrió en su ciudad natal. Había un hombre pobre que tenía tres hijas. En esa época, para que las mujeres pudieran casarse, necesitaban un dote, pero este hombre no podía ofrecer nada. Desesperado, pensaba vender a sus hijas como esclavas. Nicolás, al enterarse, decidió actuar. Una noche, cuando todos dormían, arrojó una bolsa de monedas de oro por la ventana de la casa. La bolsa cayó dentro de un calcetín que colgaba junto al fuego para secarse.

Sí, así es, niños. Por eso colgamos calcetines junto a la chimenea en Navidad. Pero Nicolás no hizo esto una sola vez. Repitió el gesto hasta que las tres hijas tuvieron el dote necesario para casarse. Todo lo hizo en secreto, sin esperar agradecimientos ni reconocimiento.

Nicolás no solo ayudaba a los pobres. Como obispo, defendió la fe en tiempos difíciles. Fue encarcelado durante las persecuciones del emperador romano Diocleciano, pero nunca renunció a Cristo. Cuando fue liberado, continuó su ministerio, predicando el Evangelio y cuidando de su pueblo. Su vida era un reflejo del amor de Dios.

Con el tiempo, después de su muerte, la fama de su generosidad y santidad se extendió por toda Europa. Era conocido como el protector de los niños y los marineros. En Holanda lo llamaban Sinterklaas, que significa “San Nicolás”. Cuando los holandeses emigraron a América, llevaron su devoción con ellos, y con los años, Sinterklaas se transformó en Santa Claus.

Pero aquí está lo importante, queridos: detrás de las leyendas, de los trajes rojos y las barbas blancas, está el verdadero espíritu de San Nicolás. No se trataba de regalos materiales, sino de reflejar el amor de Cristo en cada acto de generosidad.

Así que cuando piensen en Santa Claus, recuerden a San Nicolás, el santo que nos enseñó que dar es mejor que recibir, que la verdadera Navidad no está en las luces ni en los regalos, sino en el amor que compartimos y en la fe que celebramos.

Porque Nicolás sabía algo que nosotros nunca debemos olvidar: todo lo que hacemos, lo hacemos en honor al regalo más grande de todos, el nacimiento de Jesús, el Salvador del mundo.

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