Thomas Sowell - Recordando 2015

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RECORDANDO 2015

Por Thomas Sowell
Publicado el 29 de diciembre de 2015

¿Cómo recordaremos el 2015? ¿O tratamos de olvidarlo?

Siempre es difícil saber cuándo se ha llegado a un punto de inflexión y, por lo general, pasa mucho tiempo antes de que lo reconozcamos. Sin embargo, si 2015 ha sido un punto de inflexión, bien puede haber marcado un giro en dirección descendente para Estados Unidos y para la civilización occidental.

Este fue el año en el que esencialmente le hicimos saber al mundo que estábamos renunciando a cualquier esfuerzo para tratar de evitar que Irán, el principal patrocinador mundial del terrorismo internacional, obtuviera una bomba nuclear. Seguro que no hace falta mucha imaginación para prever lo que hay al final de ese camino.

No importará si tenemos más bombas nucleares que ellos, si ellos están dispuestos a morir y nosotros no. Eso puede determinar quién se rinde. E ISIS y otros terroristas nos han dado espeluznantes demostraciones de lo que significaría rendirse.

Dejando de lado, por el momento, la fatídica pregunta de si 2015 es un punto de inflexión, ¿qué vemos cuando miramos hacia atrás en lugar de hacia adelante? ¿Qué caracteriza el año que ahora termina?

Más que nada, 2015 ha sido el año de la gran mentira. Ha habido mentiras en otros años, y algunas de ellas bastante grandes, pero aun así 2015 ha marcado nuevos máximos, o nuevos mínimos.

Este es el año en que supimos, por los propios correos electrónicos de Hillary Clinton, después de tres largos años de estancamiento, obstrucciones y evasivas, que la Secretaria de Estado Clinton mintió, al igual que el Presidente Barack Obama y otros bajo su mando, cuando todos nos dijo en 2012 que el ataque terrorista en Benghazi que mató al embajador estadounidense y a otros tres estadounidenses no fue un ataque terrorista, sino una manifestación de protesta que se salió de control.

"¿Qué diferencia, en este punto, hace?" como más tarde gritó melodramáticamente la Sra. Clinton, en una audiencia del comité del Congreso que investigaba ese episodio.

En primer lugar, marcó una diferencia suficiente para que algunos de los más altos funcionarios del gobierno estadounidense inventaran una historia falsa que en ese momento sabían que era falsa.

Importaba lo suficiente que, si la verdad hubiera salido a la luz, en vísperas de una elección presidencial, podría haber destruido la feliz historia de Barack Obama de cómo había asestado un golpe devastador a los terroristas al matar a Osama bin Laden (con la ayuda de la Armada de Estados Unidos). FOCAS).

Si las mentiras de Obama sobre su triunfo sobre el terrorismo hubieran sido expuestas en vísperas de las elecciones, eso podría haber terminado con su estadía en la Casa Blanca. Y eso podría habernos ahorrado a nosotros y al mundo muchos de los desastres de Obama en el Medio Oriente y en otras partes del mundo. Por eso es importante y seguirá siendo importante en el futuro.

Mentir, por sí mismo, obviamente no es nuevo. Lo que es nuevo es la creciente aceptación de la mentira como "no es gran cosa" por parte de sofisticados engreídos, siempre que sean mentiras que promuevan sus causas políticas. Muchos en los medios saludaron la exposición de las mentiras de Hillary Clinton admirando lo bien que se manejó.

Las mentiras son un muro entre nosotros y la realidad, y estar aislado de la realidad es el mayor problema de todos. La realidad no desaparece porque no la vemos. Simplemente nos golpea como una tonelada de ladrillos cuando menos lo esperamos.

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