Una Mirada de Amor

10 months ago
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El Señor le reprendió a Pedro diciendo:

«En lo sucesivo, no hables inútilmente. Es mejor callar que decir tonterías. Entiéndelo, de lo contrario no serás mejor que un ciego fariseo»

Pedro respondió «Tú sabes cuánto te amo; pero me riñes muy duramente y ya no me atrevo a volver a preguntarte nada. Acepto con gran amor y paciencia, pero no puedo evitar un poco de tristeza en mi interior».

Con estas palabras apartó la vista y miró melancólicamente sobre la superficie del mar.

Juan le dijo: «Mira, hermano, ahora la suave reprimenda del Señor te parece algo dura. Pero el Amor y la Sabiduría del Señor saben muy bien por qué te lo ha dicho.

En cuanto a la fe eres el más fuerte entre nosotros, pero junto a ello tienes algunos momentos en los que te invade una especie de dignidad personal algo parecida a la soberbia».

«Sí, sí», respondió Pedro, «tendrás razón. Pero no entiendo por qué Él nunca nos advierte alguna vez para que así podríamos actuar mucho más fácilmente de acuerdo a Su Voluntad».

Dijo Juan: «Sí, Él podría hacerlo», sin embargo, no lo hace y eso tendrá a su vez su buen motivo.

A mí me parece que el Señor quiere que cada persona se conozca primero a sí misma antes que Él ponga su mano vivificante en ella y con su Luz tome morada en su corazón.

Él nunca advierte pues a nadie directamente de sus faltas, sino sólo le escarmienta. Cuando el alma se observa así misma, reconoce sus faltas, las enmienda y se reincorpora al Orden del Señor».

Simón, reflexivo, le contestó: «Sí, puede que tengas razón, tú conoces mejor los pensamientos del Señor. En adelante, tus palabras serán para mí muy valiosas».

Tras esta conversación, Pedro miró a Jesús, agradecido por haberle puesto estas palabras a su hermano Juan.

Pero el Señor le indicó a Pedro que ayudara a sus otros hermanos con la pesca porque él conocía muy bien el oficio.

Y Pedro se sintió la persona más feliz en el mundo porque una mirada de Amor del Señor valía para él más que todos los bienes del mundo

Dice Jesús:

«Así debería ocurrir con todos los hombres que quieren seguirme seriamente para alcanzar con ello la verdadera Vida eterna».

Gran Evangelio de Juan, tomo 2, capítulos 187 - 188.
Melodía: Xavier Naidoo

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