¡NO PIERDAS LA ESPERANZA! Jonás 1, 2, 3 - 2023 - Carmen Camino

1 year ago
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Jonás 1:1-2 dice, La palabra del Señor vino a Jonás, hijo de Amitay, y le dijo: 2 Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive, y predica contra ella, porque hasta mí ha llegado la maldad de sus habitantes.

Nínive, la capital de Asiria, fue una de las ciudades más grandiosas de la antigüedad. ¿Por qué “no quería ir Jonás” a Nínive? A pesar de que Nínive era una ciudad espectacular – era también una ciudad terrible. Hasta el día de hoy, los asirios “son conocidos” por haber sido la gente más cruel, y más sádica en la historia del mundo.

Como los ninivitas eran gente tan mala, “Jonás no podía entender”, ¿por qué Dios lo quería mandar a Nínive, especialmente, con un mensaje de arrepentimiento y salvación? ¿Quién quiere escuchar que su ciudad va a ser destruida, a menos que se arrepienta? Jonás huyó de la presencia del Señor “de puro miedo”.

Sin embargo, no era la crueldad de los ninivitas lo que Jonás más temía – sino la misericordia de Dios “hacia ellos”. Jonás tenía la seguridad, qué si los ninivitas se entregaban a Dios, Él los perdonaría y, lo último que Jonás quería, era que Dios los bendijera. ¡Él quería que Dios los maldijera!

3 Y Jonás se levantó para irse a Tarsis y huir de la presencia del Señor. Descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis. Entonces pagó su pasaje y, para alejarse de la presencia del Señor, subió a bordo, dispuesto a irse con ellos a Tarsis.

Jonás quería ver a Nínive - y a toda su gente hecha polvo -- por la ira de Dios. ¡Por eso se fue en dirección contraria! Así que en Jope, tomó un barco que se dirigía a Tarsis… ¡pero no logró huir de Dios! ¡Jonás pagó caro por su rebelión!

Cuando tú te rebelas, quiero que sepas esto: El barco siempre estará ahí esperándote, pero tú pagarás un gran precio porque “aunque el pecado es emocionante al principio”, eventualmente… ¡SALE CARO!

4 Pero el Señor hizo “que en el mar se levantara un fuerte viento” y se desató una tempestad tan grande que parecía que la nave se iba a partir.

La desobediencia de Jonás puso en peligro la vida de la tripulación del barco. Nosotros tenemos la responsabilidad de obedecer la Palabra de Dios, porque nuestra desobediencia puede perjudicar a otros. ¡Así qué! ¡Dios mandó una tormenta!

Nosotros podremos correr, pero no nos podemos esconder de Dios. El salmista preguntó en el Salmo 139:7-10, ¿Dónde puedo esconderme de tu espíritu? ¿Cómo podría huir de tu presencia?

8 Si subiera yo a los cielos, allí estás tú; si me tendiera en el sepulcro, también estás allí. 9Si levantara el vuelo hacia el sol naciente, o si habitara en los confines del mar, 10 aun allí tu mano me sostendría.

Jonás estaba bien dormidito en el barco… ¡pero le esperaba un duro despertar! Él se sentía “muy cómodo” en su pecado, tratándose de olvidar de Dios, y el llamado a su vida. ¡Dios le iba dar un buen sacudón! Mientras que Jonás se había olvidado de Dios, Dios no se había olvidado de Jonás.

A veces Dios manda “grandes tormentas” para llevar a Sus hijos a un puerto seguro. ¡Ese fue el caso de Jonás! Esta tormenta no era un castigo de Dios para Jonás, “sino más bien”, para mostrarle la paciencia de Dios. ¶ Los marineros paganos “en ese barco” fueron transformados, mientras trataban de deshacerse de la tormenta.

Ellos demostraron mayor preocupación por la vida, y más sensibilidad espiritual… ¡que el mismo Jonás! ¡Hasta se convirtieron en adoradores del verdadero Dios!

5 Los marineros tenían mucho miedo, y cada uno de ellos clamaba a su dios. Entonces echaron al mar los enseres que había en la nave, para deshacerse de ellos. Jonás, en cambio, había bajado al interior de la nave y se había echado a dormir.

¡Qué condición “tan patética” para un hijo de Dios! ¡Roncando fuera de la voluntad de Dios, mientras que una tormenta estaba a su alrededor! Mientras tanto, la gente estaba aterrada por sus vidas, buscando una esperanza espiritual. Pero el creyente en el verdadero Dios, “dormía”, como si nada.

Finalmente, la tripulación echó suertes para descubrir al culpable. Confiaban “en que su práctica supersticiosa” les daría la respuesta. Su sistema funcionó, pero solo porque Dios intervino -- para que Jonás supiera -- que no podía huir de Él. Jonás admitió su rebelión contra Dios, y les pidió a los marineros que lo tiraran al mar.

14 Entonces clamaron al Señor, y dijeron: “Señor, te rogamos que no nos dejes perecer por causa de este hombre, ni nos culpes de derramar sangre inocente, pues tú, Señor, haces lo que te parece mejor.

¡La escena aquí era de un caos total! Dios estaba molesto. Jonás no estaba contento, y los marineros tampoco estaban muy contentos. ¡Todo estaba al revés! Los paganos estaban llamando al creyente “a que rindiera cuentas espiritualmente”. ¿Se dan cuenta que esta tormenta “fue un acto de gracia y misericordia” por parte de Dios?

Nosotros debemos agradecerle a Dios por las tormentas, que Él nos manda para perseguirnos cuando estamos fuera de Su voluntad ¡y fuera de comunión con Él! ¡Dios nos puede cortar el paso!

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