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En octubre de 1988, el ilustrador aeronáutico Mark McCandlish invitó a Brad Sorenson, un antiguo compañero de la universidad, a acompañarlo a un espectáculo aéreo en la Base Norton de la Fuerza Aérea. Siendo él mismo un ilustrador aeronáutico, Sorenson accedió a ir, afirmando que podría ser una oportunidad para ellos para establecer contactos y posiblemente generar un nuevo trabajo, ya que ambos eran ilustradores independientes. Sorenson preguntó si podía traer a un cliente suyo, a lo que McCandlish también accedió.

El destino intervendría y, en el último minuto, un cliente se puso en contacto con McCandlish para un trabajo urgente que debía completarse durante el fin de semana, por lo que no pudo acompañar a Sorenson y su cliente. Los dos fueron al espectáculo aéreo sin McCandlish.

La semana siguiente, Mark llamó a su amigo para preguntarle sobre el espectáculo aéreo. Sorenson dudaba en hablar de su experiencia y finalmente dijo: "Creo que vi algunas cosas que no debía". McCandlish presionó, y su amigo contó una historia inusual.

In October of 1988, aeronautical illustrator Mark McCandlish invited Brad Sorenson, an old college buddy, to accompany him to an air show at Norton Air Force Base. An aeronautical illustrator himself, Sorenson agreed to go, stating it might be an opportunity for them to network and possibly generate some new work, since they were both freelance illustrators. Sorenson asked if he could bring along a client of his, to which McCandlish also agreed.

Fate would step in, and at the last minute, McCandlish was contacted by a client for a rush job that needed to be completed over the weekend, so he was unable to accompany Sorenson and his client. The two went to the air show without McCandlish.

The following week, Mark called his friend to ask about the air show. Sorenson was hesitant to discuss his experience, and finally said, “I think I saw some things I wasn’t supposed to.” McCandlish pressed, and his friend related an unusual tale.

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