Thomas Sowell - Un servicio público

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UN SERVICIO PUBLICO

A veces, alguien, sin darse cuenta, realiza un servicio público al sacar a la superficie una idea increíblemente estúpida y peligrosa, donde puede exponerse tal como es.

Al New York Times se le puede atribuir, si esa es la palabra, el desempeño de este servicio público en un editorial reciente contra las propuestas para permitir que los ciudadanos respetuosos de la ley porten armas ocultas. Se refieren a lo que llaman la "fantasía de la Asociación Nacional del Rifle de que los ciudadanos pueden hacer frente a los pistoleros disparando".

Nadie ha sugerido tal cosa. Los datos recopilados durante muchos años, pero que casi nunca vieron la luz del día en el New York Times o el resto de los principales medios de comunicación, muestran muchos miles de ejemplos de personas que se defienden con un arma cada año, sin tener que apretar el gatillo.

Si alguien te ataca con un cuchillo y sacas un arma, lo más probable es que se detenga. La única vez que apunté con un arma a un ser humano fue cuando alguien se acercó sigilosamente desde detrás de un cobertizo en medio de la noche. Nunca disparé un tiro. Simplemente le apunté con el arma y le dije que se detuviera. Él se detuvo.

En realidad, tener que dispararle a alguien es la excepción, no la regla. Sin embargo, el New York Times evoca una visión de algo así como el tiroteo en el OK Corral.

Las armas ocultas protegen no solo a quienes las portan sino también a quienes no las llevan. Si las armas ocultas se generalizan, entonces un asaltante o un ladrón de autos no tiene forma de saber quién tiene una y quién no. Hace que ser asaltante o ladrón de autos sea una ocupación menos segura. Las leyes de control de armas son en efecto leyes de seguridad ocupacional: OSHA para ladrones, asaltantes, secuestradores de autos y otros.

La falacia fatal de las leyes de control de armas en general es la suposición de que tales leyes realmente controlan las armas. Es poco probable que las leyes de control de armas detengan a los delincuentes que desobedecen otras leyes. Lo que realmente hacen tales leyes es aumentar el número de víctimas desarmadas e indefensas.

Los tiroteos masivos se utilizan a menudo como ejemplos de la necesidad de controlar las armas. Pero, ¿qué pone fin a los tiroteos masivos? Por lo general, la llegada a la escena de alguien más con un arma.

Los tiradores en masa a menudo son retratados como personas "irracionales" involucradas en actos "sin sentido". Pero los tiradores masivos suelen ser lo suficientemente racionales como para atacar escuelas, iglesias y otros lugares donde hay muchas menos probabilidades de que haya alguien armado en la escena.

Rara vez escuchamos acerca de estos tiradores "irracionales" que participan en ataques "sin sentido" en las reuniones de la Asociación Nacional del Rifle o en una exhibición de armas local o en un arsenal de la Guardia Nacional.

La falacia de creer que la forma de reducir los tiroteos es desarmar a las personas pacíficas se extiende desde las leyes nacionales de control de armas hasta los acuerdos internacionales de desarme. Si los acuerdos de desarme redujeran los peligros de la guerra, nunca habría habido una Segunda Guerra Mundial.

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