Nuestro Señor a sus sacerdotes. P. Justo Antonio Lofeudo

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TEXTO COMPLETO DEL MENSAJE
IN SINU JESU:

28 de marzo de 2013 Jueves Santo

La primera cosa que pedí a Mis sacerdotes, Mis recién ordenados Apóstoles y de estos, los tres más cercanos a Mi Corazón, fue que velaran y oraran Conmigo.2 No los envié inmediatamente ni les encomendé ninguna tarea sacerdotal aparte de velar Conmigo en la oración, para que no caigan en la hora de la prueba. Yo los quería cerca de Mí para consolarme, para confortarme en Mi agonía por su unión con Mi oración de obediencia y abandono al Padre. Esta fue su primera acción sacerdotal, su primer mandato como sacerdotes de la Nueva Alianza, no predicar, no enseñar, no sanar ni siquiera bautizar, sino velar y orar Conmigo.
Quise que entendieran por esto, que a menos que un sacerdote vigile y persevere en la oración, todo lo demás será en vano. Él dispensará la sustancia de Mis misterios, pero sin la dulzura de una unción celestial sin el fuego y la luz de una experiencia personal con Mi amistad divina. Por eso ruego a Mis sacerdotes que se conviertan en adoradores, que comiencen a velar y a orar cerca de Mí en el Sacramento de Mi amor.
¡Si hubieras podido escuchar la urgencia y el dolor de Mi súplica a Pedro, Santiago y Juan! No solo les pedí que velarán y
orarán, sino que les rogué que lo hicieran. Necesitaba su oración en esa hora, así como necesito la oración de todos Mis sacerdotes en esta hora final que viene y que ya está sobre Mi Iglesia.1
Sólo la oración de Mis sacerdotes, hecha en unión con la oración de Mi Corazón al Padre, podrá conservar y consolar a Mi Iglesia en la oscuridad que se avecina. Ruego por la oración de Mis sacerdotes, por una oración de adoración, reparación y súplica. Les pido una oración sincera y perseverante, una oración que se convertirá en sus corazones en un murmullo incesante que se eleva al Padre como ofrenda espiritual.
¿Cuándo comenzarán a orar Mis sacerdotes, como Yo les he pedido durante tanto tiempo—todos estos siglos—orar? Quiero sacerdotes que velen y oren Conmigo. Necesito esos sacerdotes. Sin su oración, Mi agonía mística se prolongará y quedará sin el consuelo de los amigos que he escogido para permanecer Conmigo en las pruebas que pronto acosarán a Mi Iglesia, Mi pobre y frágil Esposa.
La crisis de Mi sacerdocio continuará y empeorará aún más a menos que Mis sacerdotes, los amigos elegidos de Mi Corazón, abandonen las vanidades y las búsquedas vacías de este mundo pasajero para convertirse en adoradores en espíritu y verdad.
Yo rogué a Mis Apóstoles que velaran y oraran, y ellos durmieron.2 Todavía suplico a Mis sacerdotes que velen y oren, y todavía duermen, inclusive en esta hora cuando Mi Iglesia los invita a permanecer Conmigo, a permanecer cerca de Mi presencia real y a no abandonarme en la oscuridad y el terror de esta noche. ¿Dónde están Mis sacerdotes? Los espero. Yo los llamo. Deseo que dejen todo lo demás para ofrecerme su compañía, su presencia, su amor sin palabras y sus lágrimas.
Los que responden a Mi súplica y al primer mandato dado a Mis Apóstoles son todavía demasiado pocos. Ofrécete para que otros puedan encontrar su camino a Mis altares y aprendan que no hay dulzura, consuelo ni presencia como la dulzura, el consuelo y la presencia que Yo les ofrezco en el Santísimo Sacramento, que ellos mismos consagran para Mi Iglesia.
Las palabras que te he dado no sondadas solo para ti, sino para los sacerdotes que te enviaré. Comparte con ellos este deseo de Mi Corazón por sacerdotes que velen cerca de Mis altares y permanezcan en Mi presencia, aunque esto signifique abandonar cosas que son, en sí mismas, inocentes, buenas y gratificantes. Esta hora ya es tarde. Pronto no quedará tiempo para ofrecerme la oración y el compañerismo que siempre he buscado y sigo buscando de Mis sacerdotes. Digo esto no para causar pánico o miedo, sino porque los sacerdotes deben empezar a darse cuenta que el pedido hecho por Mí a Mis Apóstoles en Getsemaní, perdura. Es Mi petición, aquí y ahora, y no es menos urgente hoy de lo que lo fue en aquella horrible noche en Getsemaní.
Que ellos comiencen a cumplir la primera petición que hice a Mis sacerdotes, el primer mandato que les di, velar y orar. Solo entonces vivirán para ver el esplendor de Mi gloria en el día de Mi regreso.

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