Jeremías 9:1-16

1 year ago
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¡Ojalá fueran mis ojos como un
manantial, como un torrente de
lágrimas, para llorar día y noche
por los muertos de mi pueblo!
¡Ojalá tuviera yo en el desierto
un lugar donde vivir, para irme
lejos de mi pueblo! Porque todos
han sido infieles; son una partida
de traidores. Siempre están listos
a decir mentiras como si dispararan
flechas con un arco. En el país reina
la mentira, no la verdad; han ido de
mal en peor, y el Señor mismo
afirma: No han querido
reconocerme.

Hay que desconfiar hasta del amigo; ni
siquiera en el hermano se puede confiar,
pues los hermanos se engañan entre sí
y los amigos se calumnian unos a otros.
Cada uno se burla del otro, y no hay
quien diga la verdad. Se han
acostumbrado a mentir; so
perversos, incapaces de
cambiar.

El Señor afirma: ¡Atropello tras
atropello, falsedad tras falsedad!
Mi pueblo no quiere reconocerme.
Por eso yo, el Señor todopoderoso,
digo: ¿Qué otra cosa puedo hacer
con mi pueblo, sino ponerlo al fuego
para refinarlo? Sus lenguas son flechas
mortales; andan diciendo falsedades.
Saludan cordialmente a sus amigos,
pero en realidad les están poniendo
trampas. ¿Y no los he de castigar
por estas cosas? ¿No he de darle
su merecido a un pueblo así?
Yo, el Señor, lo afirmo.

Lloren y giman por las montañas, entonen
un lamento por las praderas, porque están
quemadas y ya nadie pasa por ellas; ya no
se oye el mugir del ganado, y hasta las
aves y las fieras se fueron huyendo.

Voy a convertir a Jerusalén en un
montón de piedras, en una guarida
de chacales; convertiré en un desierto
las ciudades de Judá, y quedarán
sin habitantes.

¿Quién es lo bastante sabio para comprender
esto? ¿A quién le ha dado a conocer el Señor
estas cosas, para que él se las pueda explicar
a los demás? ¿Por qué está el país en ruinas,
seco como un desierto por donde nadie pasa?

El Señor responde: Todo esto sucedió porque los
israelitas abandonaron las instrucciones que yo
les di; no me obedecieron y no las pusieron en
práctica. Siguieron tercamente las inclinaciones
de su corazón y dieron culto a dioses falsos,
como sus padres les enseñaron. Por eso yo,
el Señor todopoderoso, el Dios de Israel, digo:
Voy a darles de comer algo muy amargo, voy
a darles de beber agua envenenada. Los voy
a dispersar entre naciones que ni ellos ni
sus padres conocieron; haré que los
persigan espada en mano, hasta
que no quede ni uno solo.

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