Vigesimoprimer domingo del tiempo ordinario, P. Justo Antonio Lofeudo. (21.08.2022)

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Vigesimoprimer domingo del tiempo ordinario
Lectura del libro de Isaías
Esto dice el Señor: «Yo, conociendo sus obras y sus pensamientos, vendré para reunir las naciones de toda lengua; vendrán para ver mi gloria. Les daré una señal, y de entre ellos enviaré supervivientes a las naciones: a Tarsis, Libia y Lidia (tiradores de arco), Túbal y Grecia, a las costas lejanas que nunca oyeron mi fama ni vieron mi gloria. Ellos anunciarán mi gloria a las naciones. Y de todas las naciones, como ofrenda al Señor, traerán a todos vuestros hermanos, a caballo y en carros y en literas, en mulos y dromedarios, hasta mi santa montaña de Jerusalén –dice el Señor–, así como los hijos de Israel traen ofrendas, en vasos purificados, al templo del Señor. Tam¬bién de entre ellos escogeré sacerdotes y levitas – dice el Señor–».
Palabra de Dios.
—• Salmo 116 •—
R/MId al mundo entero
y proclamad el evangelio.
O bien:
R/MAleluya.
Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos.MR/
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.MR/

Lectura de la carta a los Hebreos
Hermanos: Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron: «Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, ni te desanimes por su reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos». Soportáis la prueba para vuestra corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues ¿qué padre no corrige a sus hijos? Nin¬guna corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele; pero luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella. Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo no se retuerce, sino que se cura.
Palabra de Dios.
Aleluya, aleluya, aleluya. Yo soy el camino y la verdad y la vida –dice el Señor–; nadie va al Padre sino por mí.
Lectura del santo evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén. Uno le preguntó: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» Él les dijo: «Esfor¬zaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: “Señor, ábrenos”; pero él os dirá: “No sé quiénes sois”. Entonces comenzaréis a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”. Pero él os dirá: “No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos».
Palabra del Señor.

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