Papa Francisco - Las palabras del Santo Padre # 1🙏🙏

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Momento en Cristo, nuestro encuentro diario con la fe. Papa Francisco - Palabras del Santo Padre.

LECTURA DEL DÍA
Lectura de la profecía de Zacarías 2
“Alégrate, alégrate, ciudad de Sion, he aquí vengo a morar en medio de ti, dice el Señor. Muchas naciones se acercarán al Señor en aquel día, y serán su pueblo. Habitaré entre vosotros, y sabréis que el Señor de los ejércitos me ha enviado a vosotros. El Señor entrará en posesión de Judá, como su porción en la tierra santa, y volverá a elegir a Jerusalén. Deja sin habla a todo mortal ante el Señor, acaba de levantarse de su santa morada.”

EVANGELIO DEL DÍA
Proclamación del Evangelio de Jesucristo, según Mateo 12
En ese momento, mientras Jesús hablaba a la multitud, su madre y sus hermanos estaban afuera, tratando de hablar con él. Alguien le dijo a Jesús: “¡Mira! Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren hablar contigo”. Jesús preguntó al que había hablado: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?" Y, extendiendo la mano a los discípulos, Jesús dijo: “Aquí están mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

PALABRAS DEL SANTO PADRE
Jesús formó una nueva familia, ya no basada en los lazos de sangre, sino en la fe en él, en su amor que nos acoge y nos une, en el Espíritu Santo. Todos los que aceptan la palabra de Jesús son hijos de Dios y hermanos entre sí. Acoger la palabra de Jesús nos hace hermanos entre nosotros, nos hace familia de Jesús. Esa respuesta de Jesús no es una falta de respeto por su madre y sus familiares. De hecho, para María es el mayor reconocimiento, precisamente porque ella es la discípula perfecta que obedeció en todo a la voluntad de Dios. Que la Virgen Madre nos ayude a vivir siempre en comunión con Jesús, reconociendo la obra del Espíritu Santo que obra en Él y en la Iglesia, regenerando el mundo para una vida nueva.

Oración del Día, Reina del Cielo

Reina del cielo, regocíjate. ¡Aleluya!
Porque Aquel que merecías llevar en tu seno. ¡Aleluya!
Ha resucitado como dijo. ¡Aleluya!
Ruega por nosotros a Dios. ¡Aleluya!
Alégrate y alégrate, oh Virgen María. ¡Aleluya!
Porque el Señor ha resucitado verdaderamente. ¡Aleluya!

Oh Dios, que en la gloriosa resurrección de tu Hijo diste alegría al mundo entero,
por intercesión de la Virgen María, concédenos disfrutar del gozo de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor. Amén

el santo del dia

Lourenço Maurício nació el 5 de junio de 1686 en Santhiá, Italia. Fue el cuarto de seis hijos de la rica familia cristiana. A la edad de siete años, perdió a su padre. Desde niño creció en la oración y maduró su vocación sacerdotal.

En 1717 se hizo capuchino y cambió su nombre por el de Inácio. Desde entonces fue enviado a varios conventos, siempre obediente y honrado de poder servir a los hermanos de la Orden con su humilde persona.

En 1727 se trasladó a una parroquia y se convirtió en confesor, tarea que desempeñó durante los últimos veinticuatro años de su vida. En este ministerio demostró toda su caridad paternal, sabiduría y conocimiento, adquiridos en los libros y en la oración contemplativa. A todos los recibió con la mayor caridad, porque los pecadores eran los niños más enfermos y más necesitados de acogida y comprensión. Llegó a ser llamado: "sacerdote de los pecadores y de los desesperados".

En 1731, su buen concepto de guía experimentado y sabio lo llevó a ocupar los cargos de maestro de novicios. Su intención era formar a los jóvenes para la vida, la mortificación, la penitencia, e instruía, corrigía y animaba con atención y palabras de amor, haciendo fácil el difícil camino.

Murió con fama de santidad el 21 de septiembre de 1770 en admirable tranquilidad.

Reflexión

En tiempos turbulentos, San Ignacio supo ser consuelo y ayuda para quienes acudían a él. Pasó su vida enseñando el catecismo a niños y adultos por igual, con una competencia, diligencia y provecho verdaderamente singulares. Dirigió ejercicios espirituales, especialmente para los religiosos, a quienes, con la palabra y el ejemplo, supo conducir a la espiritualidad cristiana y franciscana.

Oración

Señor, Dios nuestro, que llamaste a tu siervo San Ignacio de Santhiá al camino de la perfección evangélica y lo hiciste maestro y modelo de las virtudes cristianas, concédenos la gracia de vivir en nuestra vida la santidad de tu Hijo Jesucristo, que vive con vosotros en la unidad del Espíritu Santo.

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