Thomas Sowell - Defensa Nacional

1 year ago
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DEFENSA NACIONAL

Es poco probable que incluso los más grandes defensores del libre comercio quieran depender de las importaciones de equipamiento y suministros militares de naciones que, en algún momento, podrían terminar siendo naciones enemigas. Es por eso que el suministro doméstico de municiones y de armas de guerra ha sido apoyado de una forma u otra durante mucho tiempo, para asegurar que esos proveedores estén disponibles para suministrar lo que sea necesario para la defensa nacional.

Uno de los casos raros en la historia donde un pueblo dependió de potenciales enemigos para obtener sus suministros militares ocurrió durante la época colonial en América del Norte, donde los nativos americanos obtuvieron armas y municiones de los colonos europeos. Cuando la guerra estalló entre ellos, los nativos podían haber ganado la mayoría de las batallas, pero acabaron perdiendo la guerra cuando comenzaron a quedarse sin balas, y sólo los colonos blancos las tenían. Debido a que las armas y las balas eran productos de la civilización europea, los nativos no tenían otra opción que depender de esa fuente. Pero los países sí optan, sin excepción, por sus propios proveedores domésticos con aquellas cosas que son esenciales para su propia supervivencia. Desafortunadamente, el término «esencial para la defensa nacional» puede ser —y ha sido— extendido para incluir productos que están relacionados con necesidades militares de forma remota, tangencial o ficticia. Estos productos pueden recibir protección bajo la etiqueta de defensa nacional, cuando en realidad la reciben por razones puramente egoístas. En resumen, mientras que el argumento a favor de las restricciones al comercio internacional bajo la etiqueta de la defensa nacional puede ser válido, si es válido o no para una industria en particular, en un país particular, depende de las circunstancias reales de esa industria, ese país, y de ese momento.

Diferentes países pueden representar diferentes probabilidades de convertirse en enemigos futuros, por lo que los peligros de depender de proveedores extranjeros de equipamiento militar varían según los países involucrados. En 2004, por ejemplo, Canadá fue el receptor extranjero más grande de contratos del Pentágono —un total de 601 millones de dólares— seguido por el Reino Unido e Israel. Ninguno de estos países es probable que entre en guerra con Estados Unidos.

Algunas veces no es la importación de productos físicos en sí, sino la exportación de la tecnología, que viene incorporada en los productos, lo que representa una amenaza militar. En la década de 1990 se levantaron las restricciones para la venta de productos estadounidenses que utilizaban tecnología informatizada avanzada a China, pese a las objeciones de las autoridades militares de Estados Unidos. El ejército quería mantener estas restricciones porque esta tecnología le permitiría al ejército chino adquirir la habilidad de apuntar misiles nucleares de forma más precisa a las ciudades estadounidenses. No fueron los economistas sino los políticos los que favorecieron el levantamiento de estas restricciones al comercio internacional. Los economistas han reconocido hace mucho que la defensa nacional es una excepción válida al libre comercio cuando se justifique, aunque esta justificación sea utilizada para muchos casos donde no se justifica.

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