Las tres mentiras del demonio. Frank Morera.

2 years ago
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En los primeros capítulos del libro de Génesis, observamos cómo el plan de Dios para la humanidad era bueno; no obstante, la presencia del mal se expandía sin remedio.

Adán y Eva dudaron de las buenas intenciones de Dios y se dejaron engañar por el maligno.

Ese mal pasó a la segunda generación: Caín sintió envidia de su hermano Abel y lo mató; y así, el mal se fue extendiendo como un incendio que arrasa todo.

De ahí, los relatos del diluvio universal y de la torre de Babel en los que se revela una humanidad corrompida y la necesidad de una nueva creación.

Sin embargo, en esas mismas páginas de la Biblia, se escribe otra historia, que es menos notoria, pero que representa la redención de la esperanza a través de las personas que se opusieron al mal y rezaban a Dios, siendo capaces de escribir el destino de la humanidad de modo diferente.

¡La oración tiene el poder de escribir el destino de la humanidad de modo diferente! Vemos, por ejemplo, a Abel que ofreció a Dios un sacrificio de primicias; también, a Noé, un hombre justo que “caminó con Dios” y ante quien Dios cambió su intención de arrasar todo el género humano.

De estos relatos, se constata cómo la oración es vivida por una multitud de justos y el poder de Dios pasa por estos hombres y mujeres que, a menudo, son incomprendidos o marginados por sus contemporáneos.

Pero, gracias a la oración de ellos, Dios muestra su misericordia y muestra su bondad al mundo.

Su oración trasforma el desierto del odio en un oasis de vida y paz.

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