¿QUIERES VIVIR PARA OTROS? Filipenses 2:3-7 - CARMEN CAMINO

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En 1970, los Beatles, famoso grupo de rock de Inglaterra, considerado como el grupo de rock más influyente de todos los tiempos, comenzaron a trabajar en un documental queriendo mostrar como hacían su música.

Pero en vez de revelar el proceso de su creatividad musical, el documental mostró el egoísmo, las discusiones y las peleas, que estaban sucediendo detrás del telón. Los miembros del grupo estaban más preocupados, cada uno, por sus propias canciones, que por el progreso del grupo.

Al poco tiempo de haber completado el documental, el grupo se disolvió debido a las discordias entre ellos. Este gran grupo de músicos, que cambió la forma como el mundo veía el rock, se disolvió.

Este es un problema muy antiguo. En el siglo primero, el apóstol Pablo tenía miedo que los creyentes en la iglesia de Filipo, cayeran en la trampa del egoísmo. Él sabía, que el deseo “de superación personal” anularía el interés el uno por el otro. Y que esas actitudes se volverían destructivas.

Para contrarrestar esta peligrosa tendencia, Pablo escribió en Filipenses 2:3-4, No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. 4Cada uno debe velar, no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás.

El egoísmo es la característica de nuestros tiempos. Todo es acerca de “mí”, “mío”. Que no nos sorprenda, que sea el egoísmo, lo primero que aparece en este pasaje. ¿Por qué?”
Porque el egoísmo es la raíz de todos los demás pecados. Satanás cayó del cielo “al tratar de imponer su voluntad” sobre la voluntad de Dios. Y cuando Adán y Eva, impusieron sus propias voluntades sobre la de Dios, trajeron el pecado al mundo.

Y desde ese entonces, el egoísmo ha sido el elemento principal de todo pecado. ¡El egoísmo es un pecado destructivo! El egoísmo fomenta la ira, el resentimiento y los celos. El egoísmo es el deseo de ser “Numero 1”, cueste lo que cueste.

El fundamento que Pablo menciona aquí, se encuentra “básicamente” en todo el Nuevo Testamento. Por su naturaleza, la persona “no-creyente” se pone a sí misma primero, pone a otros, segundo, y a Dios, último. Ella piensa que se merece ese orden. En cambio, la Biblia nos enseña lo contrario: Dios debe ser primero; los otros, segundo, y nosotras, últimas.

Por eso, Gálatas 6:2 dice, Sobrelleven los unos las cargas de los otros, y cumplan así la ley de Cristo. Romanos 12:10 expresa, Amémonos unos a otros con amor fraternal; respetemos y mostremos deferencia hacia los demás.

Y Romanos 15:2 declara, Cada uno de nosotros debe agradar a su prójimo en lo que es bueno, con el fin de edificarlo.

El egoísmo puede arruinar a una iglesia. Sin embargo, “la humildad sincera” puede edificarla. Ser humilde significa tener “una perspectiva realista” de nosotras mismas. Esto no significa que nos menospreciemos. Ante Dios… ¡todos somos pecadores! ¡SOLO POR LA GRACIA DE DIOS SOMOS SALVAS! Y, por lo tanto, tenemos gran valor en el reino de Dios.

Uno de los discípulos del famoso filósofo griego, Sócrates, le preguntó al maestro, “Señor, ¿por qué es que usted le dice a todos los que quieren volverse sus discípulos, que vayan a mirar al lago, y que le digan lo que ven?” El sabio le contestó, “Es muy simple, mi amigo.

Yo estoy dispuesto a aceptar a todos aquellos que vean a los peces nadando en el lago. Pero aquellos que solo ven su imagen reflejada en el agua, están enamorados de sí mismos. ¡Esos no me sirven para nada!”

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