Adventistas regresan a la Iglesia de cristo y se casan - El Sacramento del Matrimonio- P. Luis Toro.

2 years ago
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¿QUÉ DIJO JESUCRISTO ACERCA DEL MATRIMONIO?

Al inicio de su vida pública, Jesús realiza su primer milagro —a petición de su Madre— con ocasión de un banquete de boda (ver el relato de las bodas de Caná en en evangelio de san Juan 2,1-11).

La Iglesia concede una gran importancia a la presencia de Jesús en estas bodas.

Ve en ella la confirmación de la bondad del matrimonio y el anuncio de que en adelante el matrimonio será un signo eficaz de la presencia de Cristo.

En su predicación, Jesús enseñó sin ambigüedad el sentido original de la unión del hombre y la mujer, tal como el Creador la quiso al comienzo:

la autorización, dada por Moisés, de repudiar a su mujer era una concesión a la dureza del corazón; la unión matrimonial del hombre y la mujer es indisoluble:

Dios mismo la estableció: "lo que Dios unió, que no lo separe el hombre": son palabras de Jesús recogidas en el evangelio de san Mateo.

¿QUÉ ES EL MATRIMONIO COMO SACRAMENTO?

Los sacramentos son signos sensibles y eficaces de la gracia, instituidos por nuestro Señor Jesucristo para santificarnos.

El sacramento del Matrimonio es uno de los siete sacramentos instituido por Jesucristo, que cuando se recibe con las disposiciones adecuadas, da la gracia –una ayuda sobrenatural- para vivirlo cristianamente.

La afirmación, inequívoca, de Jesucristo sobre la indisolubilidad del vínculo matrimonial pudo causar perplejidad y aparecer como una exigencia irrealizable.

Sin embargo, Jesús no impuso a los esposos una carga imposible de llevar y demasiado pesada.

Viniendo para restablecer el orden inicial de la creación perturbado por el pecado, Jesús a través del sacramento del Matrimonio da la fuerza y la gracia para vivir el matrimonio en la dimensión nueva del Reino de Dios.

Esta gracia del Matrimonio cristiano es un fruto de la Cruz de Cristo, fuente de toda la vida cristiana.

Es lo que el apóstol Pablo en la carta a los Efesios da a entender diciendo:

"Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla", y añadiendo enseguida: «"Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y
los dos se harán una sola carne".

Gran misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y a la Iglesia».

El amor, que conduce al matrimonio y a la familia, puede ser también un camino divino, vocacional, maravilloso, cauce para una completa dedicación a nuestro Dios.

Realizad las cosas con perfección, os he recordado, poned amor en las pequeñas actividades de la jornada, descubrid insisto ese algo divino que en los detalles se encierra: toda esta doctrina encuentra especial lugar en el espacio vital, en el que se encuadra el amor humano.

¿CUÁL ES EL ASPECTO ESENCIAL EN la CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO?
¿ QUÉ ES EL CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL?

Los protagonistas de la alianza matrimonial son un hombre y una mujer bautizados, libres para
contraer el matrimonio y que expresan libremente su consentimiento.

"Ser libre" quiere decir:

— No obrar por coacción; — No estar impedido por una ley natural o eclesiástica.

La Iglesia considera el intercambio de los consentimientos entre los esposos como el elemento
indispensable "que hace el matrimonio".

Si el consentimiento falta, no hay matrimonio.

El consentimiento consiste en "un acto humano, por el cual los esposos se dan y se reciben mutuamente":

"Yo te recibo como esposa" — "Yo te recibo como esposo".

Este consentimiento que une a los esposos entre sí, encuentra su plenitud en el hecho de que los dos "vienen a ser una sola carne".

El consentimiento debe ser un acto de la voluntad de cada uno de los contrayentes, libre de violencia o de temor grave externo.

Ningún poder humano puede reemplazar este consentimiento.

Si esta libertad falta, el matrimonio es inválido.

El amor puro y limpio de los esposos es una realidad santa que el sacerdote, bendice con las dos manos.

La tradición cristiana ha visto frecuentemente, en la presencia de Jesucristo en las bodas de Caná, una confirmación del valor divino del matrimonio:

Fue nuestro Salvador a las bodas —escribe San Cirilo de Alejandría— para santificar el principio de la generación humana.

El matrimonio es un sacramento que hace de dos cuerpos una sola carne; como dice con expresión fuerte la teología, son los cuerpos mismos de los contrayentes su materia.

El Señor santifica y bendice el amor del marido hacia la mujer y el de la mujer hacia el marido: ha dispuesto no sólo la fusión de sus almas, sino la de sus cuerpos..

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