Sigamos la luz de la palabra de Dios. Vida después de la muerte. Vida eterna. Padre Luis Toro.

1 year ago
1

Las palabras de Jesús no dejan indiferente a nadie: o hay acogida, aunque no se entiendan del todo, o hay rechazo.

Pero el rechazo no es porque Jesús diga cosas que no se puedan aceptar.

Eso a menudo suena a excusa. Hay algo previo: una negativa a creer.

Cuando vamos a plantar una semilla, preparamos la tierra. Cuando vamos a cantar, hacemos ejercicios con las cuerdas vocales.

Cuando vamos a cocinar, calentamos primero el horno.

Experimentamos en esta vida que lo grande y lo pequeño, lo manual y lo intelectual, todo necesita una preparación previa.

Y esto afecta también a la fe. Quien no quiere creer, no puede creer.

Es necesario un mínimo de buenas disposiciones, de apertura del corazón. Esta es la preparación para la fe.

¿Por qué algunas personas rechazan a Jesús, incluso sin haber llegado a intentar vivir de su palabra?

Podríamos decir que, cuando el horizonte de la propia vida se ha hecho demasiado pequeño, cuando uno se ha acostumbrado a vivir de lo inmediato o de lo que consuela aquí y ahora, aunque ese consuelo no dure mucho, cualquier palabra que nos invite a vivir de otro modo es vista como una injerencia o agresión inexcusable.

Pero Jesús no ha venido a condenar sino a salvar, no ha venido a esclavizar sino a liberar. Y esto nos ayuda a comprender que cuando uno no tiene preparado el corazón, no es capaz de valorar y aceptar el amor que se le ofrece.

Dice Juan evangelista que muchos de los que seguían a Jesús no creían y que incluso uno le iba a entregar.

¿Cómo es posible llegar a esa situación? ¿Qué tipo de expectativas tenían? ¿Qué tipo de expectativas tenemos nosotros cuando nos acercamos al Señor?

Podemos recordar estas palabras del mismo Jesús: “Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22,42).

Las podríamos traducir así: “Señor, esta es mi visión de la vida, pero Tú sabes mucho más que yo, ayúdame a abrirte mi corazón y ver con tus ojos”.

El caso es que a veces intuimos que, si vemos con los ojos de Cristo, algo de nuestra vida debería cambiar, y quizá no queremos hacerlo.

Es entonces, más que nunca, cuando experimentamos la verdad de esas palabras: Si Dios no nos ayuda, no podemos acercarnos a Él. Pero, ¿qué sentido tiene una vida lejos de Dios?

Loading comments...