Thomas Sowell - La falacia de la composición

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LA FALACIA DE LA COMPOSICIÓN

Mientras que algunos de los mismos principios que se aplican cuando se habla de mercados para bienes, industrias o empleos específicos también se pueden aplicar a la economía nacional, no se puede presuponer de antemano que éste siempre sea el caso. Cuando se piensa sobre la economía nacional, un desafío especial que se presenta es evitar lo que los filósofos llaman «la falacia de la composición», es decir, la suposición errónea de que lo que es aplicable a una parte, automáticamente es aplicable al todo. Por ejemplo, la década de 1990 fue dominada por noticias sobre recortes laborales masivos, en particular, por parte de empresas e industrias estadounidenses, con algunas empresas grandes de ciertas industrias que despedían a cientos de miles de trabajadores. No obstante, el nivel de desempleo en la economía de Estados Unidos en general fue el más bajo en varios años durante la década de 1990, mientras el número de empleos a nivel nacional alcanzó cifras récord. Lo que era acertado en relación con varios sectores de la economía y atraía la atención de los medios era lo opuesto de la realidad de la economía en general.

La falacia de la composición puede causar confusión en muchos aspectos en economía, pero en especial en el estudio de la economía nacional, porque lo que es acertado en relación con un individuo o incluso a una industria, no necesariamente lo es en relación con la economía. Por ejemplo, una persona cualquiera que duplica la cantidad de dinero que posee, será más rica, pero una nación no puede hacerse más
rica imprimiendo el doble de dinero existente. Esto se debe a que el nivel de precios se elevará en la economía en general si existe el doble de dinero en circulación compitiendo por un número determinado de bienes ofertados.

Otro ejemplo de la falacia de la composición consistiría en sumar todas las inversiones individuales para obtener el total de inversiones de un país. Cuando los individuos compran bonos del Estado, por ejemplo, eso significa una inversión para esos individuos. Sin embargo, para el país en general, no existen más inversiones reales —no hay más fábricas, edificios de oficina, plantas hidroeléctricas, etc.— de las que habría si esos bonos nunca se hubiesen comprado. Lo que los individuos han comprado es un derecho a sumas de dinero que serán recaudadas de futuros contribuyentes. Estos nuevos activos de estos individuos son pasivos adicionales de los contribuyentes, se anulan unos a otros para el país en general.

La falacia de la composición no está limitada a la economía. En un estadio deportivo, un individuo cualquiera puede ver mejor el juego si se levanta, pero si todos se levantan, no todos podrán ver el partido mejor. En un edificio en llamas, un individuo cualquiera puede salir del mismo más rápidamente corriendo que caminando. Pero si todos corren, la estampida, muy probablemente, creará cuellos de botella en las puertas, evitando que la gente pueda escapar debido a que tendrán que luchar los unos contra los otros para salir, provocando la muerte innecesaria de algunas de estas personas en el incendio. Ésa es la razón por la que existen simulacros de incendios, para crear en la gente el hábito de salir de forma ordenada en caso de emergencia, de forma que se puedan salvar más vidas.

Lo que yace en la esencia de la falacia de la composición es que ignora las interacciones entre los individuos, que pueden impedir que lo que es acertado en relación con uno también lo sea en relación con todos.

Entre los ejemplos económicos comunes de la falacia de la composición están los intentos de «salvar empleos» en alguna industria amenazada por un alto nivel de desempleo por un motivo u otro. Cualquier empresa o industria puede ser rescatada en cualquier momento mediante una intervención gubernamental lo suficientemente grande, ya sea en forma de subvenciones, la compra de productos de la empresa o industria por parte de agencias gubernamentales, o por cualquier otro medio. La interacción que es ignorada por quienes apoyan estas políticas es que todo lo que el gobierno gasta debe tomarlo de alguien más. Los 10000 empleos que se salvaron en la industria de algún artículo pueden venir a costa de 15000 empleos perdidos en
algún otro sector de la economía cuando el gobierno haya tomado en forma de impuestos los recursos necesarios para mantener a esas personas empleadas. La falacia no está en creer que esos trabajos pueden ser salvados en esas industrias o sectores de la economía en particular. La falacia está en creer que éstas son ganancias netas de empleos para la economía en general.

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