Thomas Sowell - La cambiante composición de la producción

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#Cambiante #Composición #Producción

LA CAMBIANTE COMPOSICIÓN DE LA PRODUCCIÓN

Los precios no son las únicas cosas que cambian con el paso del tiempo. Los bienes y servicios reales que componen la producción nacional también cambian. Los coches de 1950 no eran los mismos que en el año 2000. Los coches más antiguos, por lo general, no contaban con aire acondicionado, cinturones de seguridad, sistema antibloqueo de ruedas o muchas otras características que han sido añadidas con el paso de los años. Así es que cuando tratamos de medir cuánto ha crecido la producción de coches en términos reales, un simple cálculo de cuántos vehículos había en ambos períodos no refleja la tremenda diferencia cualitativa de lo que estamos definiendo como la misma cosa: coches. Una encuesta de J. D. Power en 1997, determinó que los coches y camiones eran, hasta ese momento, los mejores de la historia. De igual manera, un informe de 2003 sobre vehículos deportivos utilitarios de la revista Consumer Reports comenzaba diciendo:

Los cinco tipos de vehículos deportivos utilitarios que probamos este año para este informe tuvieron un rendimiento, en general, superior al del mejor deportivo utilitario de hace cinco años.

Las viviendas también han cambiado cualitativamente con el paso del tiempo. La casa estadounidense media, al final del siglo XX, era mucho más grande, tenía más baños, y era mucho más probable que tuviese aire acondicionado que las casas que existieron en Estados Unidos a mediados de ese siglo. Simplemente contar cuántas casas había en ambas épocas no nos dice cuánto había aumentado la producción de viviendas. Solamente entre 1983 y 2000, el tamaño promedio de una casa unifamiliar, en Estados Unidos, aumentó de 145 a 193 metros cuadrados.

Mientras que éstos son problemas que pueden ser dejados a los economistas profesionales y estadísticos, es importante para otras personas, por lo menos, estar al tanto de su existencia, de manera que no sean engañados por políticos o intelectuales en la prensa que presentan datos estadísticos para diversos propósitos. Simplemente porque se utiliza la misma palabra —un «coche» o una «casa»— no quiere decir que se esté discutiendo sobre la misma cosa.

Con el transcurso de varias generaciones, los bienes y servicios que constituyen la producción nacional cambian tanto que las comparaciones estadísticas pueden ser prácticamente irrelevantes, porque es como mezclar peras con manzanas. A comienzos del siglo XX, la producción nacional de Estados Unidos no incluía aviones, televisores, ordenadores o plantas de energía nuclear. Al final de ese siglo, la producción nacional estadounidense tampoco incluía muchas máquinas de escribir, reglas de cálculo (en su momento esenciales para los ingenieros, antes de que existieran las calculadoras de bolsillo) o una vasta gama de equipamientos y suministros anteriormente utilizados en relación con los caballos, que en su momento fueron el medio de transporte básico de muchas sociedades alrededor del mundo.

¿Qué significa entonces, decir que el PIB era X por ciento más alto en el año 2000 que en 1900, cuando estaba compuesto en gran medida de cosas tan diferentes en ambos momentos? Puede que tenga algún significado decir que la producción este año fue del 5 por ciento más alta o del 3 por ciento más baja que el año anterior, ya que está constituida, en gran medida, por las mismas cosas en ambos años. Pero cuanto más largo es el período observado, las estadísticas se vuelven cada vez más irrelevantes.

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