Thomas Sowell - Seguros

1 year ago
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SEGUROS

Al igual que los especuladores de materias primas, las empresas de seguros lidian con riesgos inherentes e ineludibles. Un seguro transfiere y reduce esos riesgos. A cambio de una prima pagada por el asegurado, la empresa de seguros asume el riesgo de compensar por pérdidas causadas por accidentes automovilísticos, incendios en hogares, terremotos, huracanes y numerosas otras desgracias que pueden caer sobre los seres humanos. Existen más de 41000 aseguradoras sólo en Estados Unidos.

Además de transferir riesgos, una empresa de seguros busca reducirlos. Por ejemplo, estas empresas cobran precios más bajos a los conductores más cuidadosos y rehúsan asegurar algunas casas hasta que se eliminen ciertos arbustos u otros materiales inflamables. Cobran primas más altas a las personas que trabajan en ocupaciones peligrosas. Segmentan a la población de diversas maneras y cobran diferentes precios a las personas con riesgos diferentes. De esta manera reducen sus propios riesgos a nivel general y, en el proceso, envían una señal a las personas que tienen trabajos peligrosos o que viven en barrios peligrosos, mostrándoles los costes creados por el comportamiento o la ubicación que han elegido.

El tipo de seguro más común —el seguro de vida— compensa por un infortunio que no se puede prevenir. Todos debemos morir, pero el riesgo en este caso es el momento de la muerte. Si todos supiéramos con anticipación que moriremos cuando cumplamos setenta años, entonces los seguros de vida no tendrían razón de existir, ya que no existiría ningún riesgo. La situación financiera de cada individuo podría ser tenida en cuenta con anticipación para tener en cuenta esa predecible muerte. El pagar primas a una empresa de seguros no tendría ningún sentido, porque la suma total a la que llegarían esas primas con el paso de los años no tendría que ser menor a la de la compensación recibida por los beneficiarios de la persona. Una empresa que ofrece seguros de vida se convertiría, de esta manera, en un emisor de bonos recuperables en una fecha fija. Si morimos a los setenta años, comprar un seguro de vida teniendo treinta años sería lo mismo que si hubiéramos comprado un bono a cuarenta años, y comprar un seguro de vida con los cuarenta cumplidos recientemente sería lo mismo que comprar un bono a treinta años.

Lo que hace diferentes de un bono a los seguros de vida es que ni la empresa aseguradora ni el asegurado saben cuándo ese individuo en particular morirá. Los riesgos financieros y otros que acompañan la muerte de la persona que sustenta económicamente una familia o la de un socio de negocios son transferidos a la empresa de seguros, por un precio. Aquellos riesgos también son reducidos porque la muerte promedio entre millones de asegurados es mucho más predecible que la muerte de un individuo en particular. Como sucede con otros tipos de seguros, los riesgos no son simplemente transferidos de una parte a otra, sino que también se reducen en el proceso. Esto es lo que hace de la compra y venta de pólizas de seguros transacciones mutuamente beneficiosas. La póliza de seguros tiene mucho más valor para el comprador de lo que le cuesta al vendedor porque el riesgo del vendedor es menor que el riesgo que enfrentaría el comprador sin un seguro.

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