5⁰ Mandamiento; No matarás -Clase 17- Catecismo para Bárbaros.

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“NO MATARÁS”

La vida humana es sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente.

El hombre es alguien singular: la única criatura de este mundo a la que Dios ama por sí misma está destinado a conocer y amar eternamente a Dios, y su vida es sagrada.

Ha sido creado a imagen y semejanza de Dios ( Gn 1, 26-27), y éste es el fundamento último de la dignidad humana y del mandamiento no matarás.

El libro del Génesis presenta el abuso contra la vida humana como consecuencia del pecado original.

Yahvé se manifiesta siempre como protector de la vida: incluso de la de Caín, después de haber matado a su hermano Abel; sangre de su sangre, imagen de todo homicidio.

Nadie debe tomarse la justicia por su mano, y nadie puede abrogarse el derecho de disponer de la vida del prójimo (cfr. Gn 4, 13-15).

ESTE MANDAMIENTO HACE REFERENCIA A LOS SERES HUMANOS.

Es legítimo servirse de los animales para obtener alimento, vestido, etc.: Dios los puso en la tierra para que estuviesen al servicio del hombre.

La conveniencia de no matarlos o maltratarlos proviene del desorden que puede implicar en las pasiones humanas, o de un deber de justicia (si son propiedad de otro),

Además, no hay que olvidar que el hombre no es “dueño” de la Creación, sino administrador y por
tanto, tiene obligación de respetar y cuidar la naturaleza, de la que necesita para su propia existencia y desarrollo

PLENITUD DE ESTE MANDAMIENTO

El mandamiento de salvaguardar la vida del hombre «tiene su aspecto más profundo en la exigencia de la veneración y amor hacia la persona y su vida»

La misericordia y el perdón son propios de Dios; y en la vida de los hijos de Dios también debe estar presente la misericordia, que nos lleva a compadecernos en nuestro corazón por la miseria ajena: «Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5, 7)

También es necesario aprender a perdonar las ofensas ( Mt 5, 22). Al recibir una ofensa hay que procurar no encolerizarse, ni permitir que la ira invada el corazón.

Es más, en el Paternoster –la oración que nos dejó Jesús como oración dominical–, el Señor liga su perdón –el perdón acerca de las ofensas que hemos cometido– al perdón de los que nos han ofendido Mt 6, 9-13; Lc 11, 2- 4.

En esta lucha nos ayudará: contemplar la Pasión de Nuestro Señor, que nos ha perdonado y
redimido llevando con amor y con paciencia las injusticias; considerar que nadie debe resultar, para el cristiano, un extraño o un enemigo Mt 5, 44-45; pensar en el juicio que sigue a la muerte, en el que se nos juzgará del amor al prójimo; recordar que un cristiano debe vencer el mal con el bien (Rm 12, 21); y ver las injurias como ocasión para la propia purificación.

EL RESPETO DE LA VIDA HUMANA

El quinto precepto manda no matar. Condena también golpear, herir o hacer cualquier daño injusto a uno mismo y al prójimo en el cuerpo, ya por sí, ya por otros; así como agraviarle con palabras injuriosas o quererle mal.

En este mandamiento se prohíbe igualmente darse a sí mismo la muerte (suicidio).

EL HOMICIDIO VOLUNTARIO

El quinto mandamiento condena como gravemente pecaminoso el homicidio directo y voluntario . El que mata y los que cooperan voluntariamente con él cometen un pecado que clama venganza al cielo Gn 4, 19

Esta doctrina, fundamentada en aquella ley no escrita que cada hombre, a la luz de la razón, encuentra en el propio corazón Rm 2, 14-15, es corroborada por la Sagrada Escritura, transmitida por la Tradición de la Iglesia y enseñada por el Magisterio ordinario y universal».

Así, el homicidio que es sin excepción gravemente inmoral es aquél que responde a una elección deliberada y se dirige a una persona inocente.

Por tanto, la legítima defensa y la pena de
muerte no se incluye en esta formulación absoluta, y son objeto de un tratamiento específico.

El poner la vida en manos del hombre implica un poder de disposición, que conlleva saber administrarlo como una colaboración con Dios.

Esto exige una actitud de amor y de servicio, y no de dominio arbitrario: se trata de un señorío ministerial, no absoluto, reflejo del señorío único e infinito de Dios.

EL ABORTO

La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción.

No es admisible ninguna discriminación, ni siquiera la fundada en las diferentes etapas del desarrollo de la vida.

En situaciones conflictivas, es determinante la pertenencia natural a la especie biológica humana.

Con esto no se imponen a la investigación biomédica límites distintos que los que la dignidad humana establece para cualquier otro campo de la actividad humana.

El aborto directo, es decir, querido como fin o como medio, es siempre un desorden moral grave en cuanto eliminación deliberada de un ser humano inocente.

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