Thomas Sowell - Trabajo y valor

2 years ago
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TRABAJO Y VALOR

La idea de que hay algo especial en el trabajo como fuente de la producción y del valor de mercancías individuales existía desde antes de que Marx naciera, y no solamente entre los radicales, sino incluso entre economistas ortodoxos como Adam Smith, el padre de la economía de laissez-faire. La primera frase del clásico de Smith de 1776, La riqueza de las naciones, dice: «El trabajo anual de cada nación es el fondo del que se deriva todo el suministro de cosas necesarias y convenientes para la vida que la nación consume anualmente, y que consisten siempre en el producto inmediato de ese trabajo, o en lo que se compra con dicho producto a otras naciones».

Hacia fines del siglo XIX, sin embargo, los economistas habían abandonado ya la idea de que era principalmente el trabajo lo que determinaba el valor de los bienes, dado que el capital, la administración y los recursos naturales también contribuían a la producción y tenían que pagarse del precio de esa producción, si era que estos insumos del proceso de producción habían de ser continuados. Pero, fundamentalmente, el trabajo, como todas las otras fuentes de costes de producción, no era ya visto como la fuente del valor. Por el contrario, era el valor de los bienes para el consumidor lo que hacía que valiera la pena incurrir los costes necesarios para producir dichos bienes, siempre y cuando el consumidor estuviera dispuesto a pagar una suma suficiente para cubrir dichos costes.

Este nuevo entendimiento marcó una revolución en el desarrollo de la economía. Es también un recordatorio aleccionador de cuánto puede entorpecer a gente altamente inteligente la tardanza en deshacerse de una concepción errónea cuya falacia parece evidente vista en retrospectiva. No son los costes los que crean el valor; es el valor lo que hace que los compradores estén dispuestos a pagar por los costes incurridos en la producción de lo que quieren. Donde los costes incurridos exceden lo que los consumidores están dispuestos a pagar, el negocio simplemente pierde dinero, porque esos costes no crean valor, independientemente de que sean costes laborales u otros, y los consumidores no pagarán por algo que no valoran lo suficiente como para cubrir esos costes.

A pesar de que también es trabajo lo que hacen aquellos que proyectan, administran y coordinan las actividades de las personas que directamente ponen sus manos sobre las cosas que están siendo fabricadas o construidas, el término «mano de obra» o «trabajador», por lo general, está reservado los empleados. Así, alguien que trabaja 35 o 40 horas semanales en una fábrica u oficina es llamado trabajador, mientras que alguien que trabaja 50 o 60 horas a la semana administrando la empresa no lo es. Claramente, la cantidad de trabajo que se realiza no es lo que convierte a alguien en trabajador, en el sentido popular en que se utiliza el término.

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