Thomas Sowell - Seguridad laboral

2 years ago
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SEGURIDAD LABORAL

Prácticamente, todos los países industriales modernos han afrontado los problemas de seguridad laboral, sea que hayan decidido afrontarlos de manera realista o poco realista, exitosa o sin éxito. En algunos países —Francia, Alemania, la India y Sudáfrica, por ejemplo— la seguridad laboral hace que para un empresario sea difícil y caro despedir a alguien. Los sindicatos tratan de lograr políticas de seguridad laboral en muchas industrias y países en todo el mundo. En Estados Unidos, los sindicatos de maestros han tenido tanto éxito en esto que a un distrito escolar puede costarle fácilmente decenas de miles de dólares —y a veces más de cien mil dólares — despedir a un maestro, incluso si se trata de alguien que es terriblemente
incompetente.

El propósito obvio de las leyes de seguridad laboral es reducir el desempleo. Sin embargo, decirlo es muy diferente a que éste sea su efecto real. Los países con ese tipo de leyes por lo general no tienen tasas de desempleo más bajas. Al contrario, tienen tasas de desempleo mayores a las de los países que no cuentan con una amplia gama de leyes de protección laboral. En Francia, por ejemplo, donde tienen varias de las leyes más severas de Europa en cuanto a la seguridad laboral, no es poco común tener tasas de desempleo de dos dígitos, mientras que, en Estados Unidos, donde no existen leyes a nivel nacional que establezcan la obligatoriedad de la seguridad laboral en el sector privado, los estadounidenses se alarman cuando la tasa de desempleo sube al 6 por ciento. En Sudáfrica, el gobierno ha admitido que sus rígidas leyes de protección laboral han tenido «consecuencias no deseadas», entre ellas, una tasa de desempleo que se ha mantenido por encima del 25 por ciento durante años, llegando a 31 por ciento en 2002. En palabras de la revista británica The Economist: «Despedir es un dolor de cabeza tan costoso que muchos prefieren directamente no contratar». Esta consecuencia bajo ningún concepto es exclusiva a Sudáfrica.

Lo mismo que una sociedad industrial moderna, tan eficiente y tan efectiva, sube los niveles de vida —la constante búsqueda de nuevas y mejores maneras de hacer el trabajo y de producir más bienes— también hace que sea imposible continuar teniendo a los mismos trabajadores haciendo los mismos trabajos de la misma manera. Por ejemplo, a principios del siglo XX, Estados Unidos tenía 10 millones de granjeros y agricultores para alimentar a una población de 76 millones de personas.

Hacia finales del siglo XX, había menos de una quinta parte de esos granjeros y agricultores alimentando a una población tres veces más grande. Sin embargo, lejos de tener menos alimento, los principales problemas de los estadounidenses ahora incluían la obesidad y tratar de encontrar mercados para la exportación de su producción agrícola excedente. Todo esto era posible gracias a que la agricultura se había convertido en una industria radicalmente distinta, que utilizaba maquinaria, productos químicos y métodos desconocidos a comienzos de siglo, y que requería del trabajo de muchas menos personas.

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