Thomas Sowell - Impacto diferencial

1 year ago
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Impacto diferencial

Debido a que las personas difieren de muchas maneras, aquellos que están desempleados no son simplemente una porción fortuita de la fuerza laboral. En país tras país alrededor del mundo, aquellos cuyas perspectivas de empleo se ven más reducidas por las leyes de salario mínimo son los más jóvenes, con menos experiencia o con menos cualificaciones. Este mismo patrón ha sido identificado en Nueva Zelanda, Francia, Canadá, Países Bajos y Estados Unidos, por ejemplo. No es casualidad que aquellos cuya productividad está por debajo del salario mínimo son los que tienen menores posibilidades de encontrar trabajo.

En la Francia de inicios del siglo XXI, la tasa nacional de desempleo era del 10 por ciento, pero entre los trabajadores menores de veinticinco años era de más del 20 por ciento. En Bélgica, la tasa de desempleo de los trabajadores menores de veinticinco años era del 22 por ciento y en Italia del 27 por ciento. Durante la crisis global de 2009, la tasa de desempleo promedio de los trabajadores menores de veinticinco años, en los países de la Unión Europea, era del 21 por ciento, con más del 25 por ciento en Italia e Irlanda, y más del 40 por ciento en España. En Australia, la tasa de desempleo más baja de los trabajadores menores de veinticinco años, entre 1978 y 2002, nunca cayó del 10 por ciento, mientras que la tasa de desempleo más alta a lo largo de todos esos años en general apenas llegó al 10 por ciento. Australia tiene un salario mínimo sorprendentemente alto, en términos relativos, dado que el nivel de su salario mínimo es casi un 60 por ciento del salario promedio en el país, mientras que, por ejemplo, en Estados Unidos el salario mínimo representa un poco más de un tercio del salario promedio estadounidense.

Algunos países en Europa establecen tasas de salario mínimo más bajas para los adolescentes que para los adultos, y Nueva Zelanda directamente eximió a los adolescentes de la aplicación de la ley de salario mínimo hasta 1994. Esta medida constituyó un reconocimiento tácito del hecho de que aquellos trabajadores menos demandados eran por lo general los más afectados por el desempleo creado por las leyes de salario mínimo.

Otro grupo desproporcionalmente afectado por leyes de salario mínimo son los miembros de grupos raciales o étnicos minoritarios. En efecto, las leyes de salario mínimo en algún momento fueron promovidas explícitamente por su gran potencialidad para reducir o eliminar la competencia de minorías particulares, ya sea de los japoneses en Canadá durante la década de 1920 o de los negros en Estados Unidos y Sudáfrica durante la misma época. Estas expresiones de abierta discriminación racial eran legales y socialmente aceptadas en esos tres países en aquella época.

Una vez más, es necesario señalar cómo el precio desempeña un papel importante, incluso en la discriminación racial. Esto es, el excedente laboral resultante de las leyes de salario mínimo hace que sea más barato discriminar contra los trabajadores pertenecientes a minorías de lo que sería en un mercado libre, donde no existe un exceso crónico de oferta laboral. Evitar a trabajadores cualificados pertenecientes a minorías en un libre mercado significa tener que contratar otros trabajadores para que hagan los mismos trabajos, y eso, en contrapartida, habitualmente significa tener que subir la paga para atraer trabajadores adicionales o tener que bajar las cualificaciones del trabajo a ese mismo nivel salarial. Ambas
opciones significan económicamente lo mismo: mayores costes laborales para hacer una cantidad determinada de trabajo.

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