Thomas Sowell - Condiciones laborales

2 years ago
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CONDICIONES LABORALES

Tanto los gobiernos como los sindicatos han regulado condiciones laborales tales como fijar el máximo de horas de trabajo semanal, las reglas de seguridad, y varios servicios para hacer el trabajo menos estresante y más cómodo.

Los efectos económicos de regular las condiciones laborales son muy similares a los efectos de regular salarios, ya que mejores condiciones laborales, al igual que salarios más altos, tienden a hacer un trabajo determinado más atractivo para los trabajadores y más costoso para los empresarios. Además, éstos luego tienen en cuenta dichos costes a la hora de decidir cuántos trabajadores pueden contratar cuando los costes son más altos por trabajador, así como qué sueldo pueden ofrecer a los trabajadores, ya que el dinero que se gastan para crear mejores condiciones laborales es el mismo que se gastan para pagar mayores salarios por hora.

Dejando de lado otros factores, las mejores condiciones laborales significan menores salarios, de manera que la realidad es que los trabajadores están pagando por sus mejores condiciones de trabajo. Puede que los empresarios no reduzcan los salarios cada vez que las condiciones laborales mejoren, pero cuando un ascenso en la productividad lleve a escalas salariales crecientes a través de la competencia entre empresarios por trabajadores, dichas escalas salariales difícilmente subirán tanto como subirían si los costes de las mejores condiciones laborales no tuvieran que ser tenidos en cuenta. Esto es, las ofertas de los empresarios están limitadas no sólo por la productividad de los trabajadores sino también por todos los otros costes más allá del salario. En algunos países, estos costes laborales no salariales son mucho más altos que en otros. Por ejemplo, en Alemania estos costes son el doble que, en Estados Unidos, por lo que el trabajo alemán es más caro que el trabajo estadounidense en el mismo nivel salarial.

La evidencia empírica sobre las consecuencias de mejores condiciones laborales no es tan fácil de obtener como la evidencia sobre las consecuencias de mayores niveles salariales, debido a que «mejores» condiciones laborales son cosas muy heterogéneas como para medirlas en conjunto. No se pueden juntar las gafas de seguridad y los descansos para el café, las vacaciones más largas y las sillas más cómodas. Tampoco resulta fácil poner un precio a una cláusula en un contrato sindical que prohíbe que un trabajo, que por lo general es realizado por empleados de la categoría A, se asigne a trabajadores de la categoría B, cuando todos los trabajadores en la primera categoría están ocupados y los de la segunda están sin hacer nada. Lo que está claro, sin embargo, es que dichas cláusulas suman a los costes de producción, incluso si la suma exacta no puede conocerse por anticipado, porque es imposible predecir con qué frecuencia ocurrirán situaciones como las del ejemplo. No obstante, estas cosas están dentro de las consideraciones que tienen en cuenta los empresarios al decidir pagar a sus trabajadores más que la escala salarial del sindicato, con la finalidad de evitar que éstos elijan sindicarse, dado que saben que el salario no es el único coste laboral. En el caso de la industria automotriz, se estima que las leyes laborales suman costes de 250 dólares más por coche a las tres grandes empresas de Detroit, respecto a las empresas automotrices japonesas Toyota, Nissan y Honda.

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