Thomas Sowell - Desempleo

2 years ago
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DESEMPLEO

Debido a que el gobierno no contrata el trabajo excedente, de la misma manera en que compra productos agrícolas excedentes, éste toma la forma de desempleo, y tiende a ser más alto donde existen leyes de salario mínimo que en un mercado libre.

Los trabajadores desempleados no son excedentes en el sentido de que son inútiles o de que no haya trabajo que puedan realizar. La mayoría de estos trabajadores son perfectamente capaces de producir bienes y servicios, incluso al mismo nivel de otros trabajadores más hábiles y con más experiencia. Los desempleados se tornan inactivos debido a las escalas salariales fijadas por encima del nivel de su
productividad. Aquellos que están inactivos en su juventud por supuesto van también retrasados en la adquisición de habilidades laborales y experiencia, que podría hacerlos más productivos —y por lo tanto mejor pagados— más adelante. Es decir, estos jóvenes no sólo pierden el poco salario que podrían haber ganado en un trabajo como principiantes, sino que también pierden el mayor sueldo al que podrían haber accedido encontrando un trabajo, tras adquirir experiencia como principiantes. Los trabajadores más jóvenes están desproporcionalmente representados entre las personas con niveles bajos de sueldo. Solamente el 2 por ciento de los trabajadores estadounidenses por encima de veinticuatro años ganan el salario mínimo.

Si bien la mayoría de las sociedades industriales modernas tienen leyes de salario mínimo, no todas las tienen. Suiza y Hong Kong han sido las excepciones, y ambos han tenido tasas de desempleo muy bajas. En 2003, la revista The Economist informó: «En febrero, la tasa de desempleo de Suiza se acercó al punto más alto en cinco años: 3,9 por ciento». En 1991, cuando Hong Kong era aún colonia británica, su tasa de desempleo era inferior al 2 por ciento. A pesar de que aún no tenía una ley de salario mínimo a fines del siglo XX, en 1997 nuevas enmiendas a su ley laboral bajo el gobierno de China establecieron nuevos beneficios para los trabajadores, que debían ser pagados por los empresarios. La imposición de este incremento de costes laborales fue seguido de, predeciblemente, un aumento en la tasa de desempleo que alcanzó el 7,3 por ciento en 2002, que no es alta en comparación con Europa pero que era varias veces más de lo que había sido durante muchos años. En 2003, la tasa de desempleo en Hong Kong batió otro récord: 8,3 por ciento.

Los costes más altos por una cantidad y calidad determinadas de trabajo tienden a producir menos empleo, así como los precios más altos de otras cosas tienden a producir menos ventas. Además, los costes más altos en forma de beneficios obligatorios tienen el mismo efecto económico que los costes mayores en forma de leyes de salario mínimo. La tasa implícita de salario mínimo subestima los costes laborales ya impuestos por los gobiernos europeos, que también obligan a los empresarios a realizar contribuciones, como son los fondos de pensión y beneficios de salud, entre otras cosas. Las tasas de desempleo en Europa se dispararon cuando estos beneficios, impuestos por los gobiernos a los empresarios, crecieron en las décadas de 1980 y 1990. En Alemania, estos beneficios llegaron a constituir la mitad del coste laboral promedio por hora. A efectos de comparación, dichos beneficios constituían menos de un cuarto de los costes laborales promedio por hora en Japón y en Estados Unidos. La compensación por hora promedio de los empleados manufactureros en los países de la Unión Europea en general es mayor que en Estados Unidos o Japón. Sin embargo, el desempleo también es mayor.

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