Thomas Sowell - Gobierno corporativo

2 years ago
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GOBIERNO CORPORATIVO

A diferencia de las empresas donde los dueños son sus administradores, una sociedad anónima suele tener demasiados accionistas como para que sean los dueños quienes administren sus operaciones. Los ejecutivos son puestos a cargo de la administración corporativa y son contratados o, en su caso, despedidos, por una junta directiva que tiene la autoridad máxima de la sociedad.

Otras instituciones suelen estar organizadas de esta misma forma. Por ejemplo, las universidades, por lo general, también son administradas por gestores que son contratados y despedidos por un consejo de administración, que tienen la autoridad jurídica máxima pero que no administran las
operaciones del día a día en las aulas o en la administración académica.

Al igual que la responsabilidad limitada, la separación entre propiedad y administración es una característica muy importante de las sociedades anónimas. Esta característica también suele ser blanco de las críticas contra ellas. Muchos sostienen que la «separación entre propiedad y control» hace que los ejecutivos de la sociedad la administren en su propio interés, a expensas de los intereses de los accionistas. En efecto, los grandes y altamente publicitados escándalos societarios a inicios del siglo XXI confirman el potencial que tiene este tipo de organización hacia el fraude y el abuso. Sin embargo, dado que el fraude y el abuso también han estado presentes en organizaciones sin responsabilidad limitada, incluyendo tanto gobiernos democráticos como totalitarios, así como en la Organización de las Naciones Unidas y en fundaciones sin ánimo de lucro, es evidente que las sociedades anónimas no resultan más proclives a estos defectos que otro tipo de organizaciones, ni que quienes cometen delitos dentro de estas sociedades estén más blindados de la detección y el castigo.

Las quejas sobre la separación entre propiedad y control por lo general olvidan que los propietarios de las acciones de la sociedad no necesariamente quieren asumir las responsabilidades que vienen de la mano del control. Muchos buscan la recompensa de su inversión sin los dolores de cabeza de la administración. Esto se vuelve particularmente obvio cuando se trata de grandes accionistas, cuyas inversiones serían suficientes para crear un negocio propio, si éstos quisiesen responsabilidades de administración. La forma societaria da la posibilidad a aquellos que, simplemente, quieren invertir su dinero sin asumir las cargas de administrar una empresa, de tener instituciones que le permitan hacerlo, y dejar la tarea de controlar la honestidad de los ejecutivos a las instituciones judiciales y de regulación, y la tarea de controlar la eficiencia de la administración a la competencia en el mercado.

Como dijimos en el capítulo 5, los especialistas externos en inversión están siempre buscando empresas cuya eficiencia administrativa esperan poder mejorar mediante la compra de acciones para controlar y administrar de manera diferente dichas empresas. Es una amenaza tan evidente para los administradores que crean lobbies que presionan a los gobiernos estatales de Estados Unidos para que aprueben leyes que impidan estas compras. Los inversores externos tienen tanto los incentivos como la experiencia necesarios para evaluar la eficiencia de una sociedad anónima, mejor que la gran mayoría de los accionistas.
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