Thomas Sowell - El intermediario

2 years ago
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EL INTERMEDIARIO

El deseo perenne de «eliminar al intermediario» ha sido constantemente frustrado por la realidad económica. El alcance del conocimiento humano y la experiencia son limitados para cualquier persona particular o para cualquier grupo manejable de administradores. Solamente puede ser dominado y operado eficientemente por el mismo grupo de personas un número determinado de conexiones, en la gran cadena de producción y distribución. A partir de cierto punto, hay otras personas con habilidades y experiencia diferentes que pueden realizar el próximo paso en la secuencia de forma más barata y efectiva. Por lo tanto, a partir de ese punto es más rentable para una compañía vender su producto a algún otro negocio que pueda llevar a cabo el siguiente paso de la operación de manera más eficiente. Esto se debe a que, como hemos visto en capítulos anteriores, los bienes tienden a canalizarse hacia sus usos más valorados en un libre mercado, y son más valiosos para aquellos que pueden administrarlos más eficientemente en un momento determinado. Los fabricantes de muebles normalmente no son propietarios, ni operan en tiendas de muebles; ni la mayoría de los escritores son dueños de las editoriales que les publican, y mucho menos de las librerías que venden sus libros.

Los precios desempeñan un papel crucial en todo esto, así como en otros aspectos de una economía de mercado. Toda economía debe tener la capacidad, no solamente de asignar los recursos escasos que tienen usos alternativos, sino que también debe determinar cuánto tiempo los productos resultantes deben estar en unas manos antes de ser transferidos a otras que puedan administrar el siguiente paso del proceso de una forma más eficiente. Los negocios que persiguen el lucro están guiados por sus propios intereses, pero estos intereses están sujetos a lo que otros pueden hacer y al coste al que pueden hacerlo.

Lo que conecta el interés propio de una empresa con la eficiencia de la economía, en su conjunto, son los precios. Cuando un producto tiene más valor en manos de otra persona, esa otra persona va a ofrecer más por el producto que lo que vale para su dueño actual. El dueño, después, vende, no por ayudar a la economía, sino por su propio beneficio. Sin embargo, el resultado es una economía más eficiente, donde los bienes se dirigen hacia aquellos que los valoran más. A pesar de frases superficialmente atractivas sobre «eliminar al intermediario», éstos siguen existiendo porque tienen la capacidad de hacer su fase de la operación de manera más eficiente que otros. No debería sorprendernos que las personas que se especializan en una fase puedan ejecutar esa fase particular más eficientemente que otras.

Los países del Tercer Mundo han tendido a tener más intermediarios que los países industrializados, algo que suele ser motivo de lamento para muchos observadores que no consideran la parte económica de esta situación. El producto agrícola tiende a pasar por más manos entre el agricultor africano, el cual, por ejemplo, cultiva cacahuetes para una compañía que los procesa y transforma en mantequilla en Estados Unidos, que entre el agricultor estadounidense y dicha compañía. Un patrón similar puede verse en relación a los bienes de consumo que van en la otra dirección. Las cajas de cerillas tienden a pasar por muchas manos entre los fabricantes de cerillas y el consumidor africano que las compra. Un economista británico en África Occidental, a mediados del siglo XX, describió y explicó estas situaciones así:
Los productos que África Occidental exporta son producidos por decenas de miles de africanos que operan en una escala muy pequeña y, por lo general, bastante dispersa. Estas personas, casi en su totalidad, carecen de almacenes apropiados y de reservas de dinero en efectivo […]. El alto número y la gran línea de intermediarios en la compra de productos de exportación proviene, principalmente, de las operaciones económicas necesarias para agrupar la producción de un alto número de pequeñas parcelas. En la comercialización de productos, el primer eslabón de la cadena puede ser la compra, a miles de kilómetros de Kano, de unas cuantas libras de cacahuetes, las cuales llegan allí después de varias etapas de acopio como parte de la carga de un vagón o un camión de varias toneladas.

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